sábado, 28 de mayo de 2011

no al reloj de gobernación

Mientras escribo esto, todavía no se ha producido el desalojo de la Puerta de Sol. Puede que ese todavía sea un rasgo incurable de pesimismo, pero visto lo visto esta mañana en Plaça Catalunya, y que tras contemplar esas imágenes Comunidad, Ayuntamiento y Patronal redoblen sus esfuerzos para presionar a Interior al desalojo (supongo que con “todos los medios a su alcance”), no es como para creer en los milagros. Ni en los milagros ni siquiera en la buena voluntad de cierta gente. Al menos no lo ponen fácil.

F.S.

Lo opuesto de los comportamientos, ha sido no sólo significativo, sino definitorio.
Por un lado, el valor necesario como para aguantar que te rompan los brazos, el bazo y la cabeza a hostias sin intentar devolver una patada en los cojones -reacción que el organismo, que no sabe de política, debe estar reclamando insistentemente-, no sólo define una voluntad, define el ansia de una nueva forma de entendernos y la seguridad en que es el medio de lograr lo que se quiere. No son ideas, son formas de vivir. Ni más ni menos. Quien no quiera entenderlo todavía, que  no lo entienda.
Ver por el lado opuesto la saña canina que algunos efectivos (¡se entiende por qué los llaman efectivos!) han liberado, espoleados por amos enfurruñados porque unos vagabundos tan carentes del sentido de la realidad les manchan las alfombras oficiales, y poniendo tal placer en su labor que no parecía un cumplimiento desagradable de órdenes recibidas, son un exponente más de las ganas que ciertos elementos, no sólo ellos, tenían ya desde hace muchos días de dar una lección a esa panda de guarros que a saber para que aprovecharían las acampadas nocturnas.

Tengo miedo de lo que suceda. Me refiero al desalojo. No tengo ya miedo a que esto sea un movimiento pasajero, ni que vayamos a dejar de apoyar. La fuerza de la convicción y esa férrea voluntad de resistirse a usar la fuerza física contra la fuerza bruta. No es que yo sea creyente, pero lo destructivo es el ojo por ojo mientras que el poner la otra mejilla, dos riñones, el cráneo, el antebrazo, el culo y lo demás, siempre demostró mucha más potencia y acabó cambiando más cosas a la larga.

El reloj de la Puerta del Sol era conocido como Reloj de Gobernación, porque el edificio era su sede. Ahí estaba la DGS (Dirección General de Seguridad) y en sus sótanos y sus calabozos se cometieron en momentos peores que estos atrocidades sin cuento.
Hoy es sede de la Comunidad de Madrid. Una mente más enferma que la mía, podría imaginar que tras de sus ventanas, si llega a contemplar el desalojo violento que desea, alguna persona, poseída por los fantasmas del pasado del edificio, podría tararear con alegría el lema “Esto es democracia y no lo de sol”… ¡Pero no, por Dios, me arrepiento sólo de pensar que alguien así exista! ¡Alguien que pueda disfrutar con eso! No, no, señor, por favor, qué mente tan retorcida… ¡eso es imposible! ¡Perdón si alguien se da por aludido!

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