jueves, 30 de junio de 2011

asco


Más que gana, ante todo esto que se va acumulando al final del mes de junio para acabar de ponernos firmes antes de darnos unas supuestas vacaciones, a quien se las dé, y que así nos olvidemos de la quina que nos hacen acumular durante el año…, más que gana, decía, sentía necesidad de decir algo, como uno tiene necesidad de gemir un poquito cuando le tortura un dolor de muelas.

Pero para hablar hay que abrir la boca, y si miro alrededor, si veo la televisión, si me asomo (ya no puedo “entregarme” como hace muchos años en que lo contemplaba con tanta expectación como si fuera un encuentro decisivo) a esa farsa aburrida y humillante que se llama estado de la nación…, si me doy cuenta de que pago el doble que el año pasado a Hacienda (que cada vez estoy más seguro de que no somos todos) por el hecho de haber cobrado varios meses, menos mal que no todos, el subsidio de desempleo (qué vergüenza que un subsidio que has cotizado ya por la seguridad social que pagas y pagan las empresas, se declare como ingreso), que como no retiene IRPF es un apartado que luego no resta nada del resultado de la declaración y hace que acabe costándote demasiado… Y por encima, muy por encima de esto, si veo la reacción eufórica de las bolsas ante la humillación y el empobrecimiento de un pueblo… Bueno, claro, si me detengo a pensar en esto último, en esta última bestialidad sobre la que necesitaría hablar pero aún no puedo porque no soy capaz de pensar en ello con una mínima calma…

En fin, lo que trataba de compartir es que cuando abro la boca para hablar, las arcadas no me dejan emitir ni una palabra ni un sonido coherente. Es una reacción visceral aunque venga del cerebro que podría definirse como náusea, pero para qué vamos a retorcer los argumentos en lugar de decir que es lisa y llanamente ASCO.

viernes, 24 de junio de 2011

hogueras, magia, besos...

Noche de San Juan. La noche más corta del año. Pero no celebramos que sea la más corta, porque si no celebraríamos preferentemente el día más largo -que es una película interminable en blanco y negro sobre el desembarco de Normandía, y atestada de estrellas, que me llevó mi padre, ilusionadísimo, a ver al cine Niza…, pero este comentario no viene a cuento y ya me callo-. Nos gusta la noche.
Vamos a dejarnos hoy por un rato de “indignaciones” (sin olvidarlas, pero supongo que iré entreverándolas, como en el tocino, con cuestiones diversas), y a recordar que también hay otras concentraciones tan festivas o más pero igual de vitales, en noches como esta, que en domingos solidarios.
Otros días, otros años. Tempus. A una de estas fiestas de Sanjuán, este año no he ido. Y lo lamento, luego tenedme compasión (¡no estoy en serio!).

Se ha dado así. Será que no guardo buenos recuerdos del año anterior, como hay personas que conozco que tampoco lo guardan de otros, haga uno, nueve, ocho, cuatro… depende a quien me refiera. O siglos (todavía hay una reina de las hadas en un bosque británico que no quiere oír hablar del año en que se tomó no sé que substancia y acabó tirándose a un bicho con cabeza de asno).
Pero la fiesta está ahí y se repite. Tanto, aunque de otro modo, como las Navidades.
No debe renunciarse a la esperanza de la magia, y la magia es una chica frívola aunque terriblemente hermosa. Dice que se guía por fórmulas, por códices, sortilegios arcanos y grimorios, que todo es muy científico, pero miente como todas las bellas con poder (bueno, todas no, perdonad las guapísimas sinceras, pero esto es literatura… (ah, ¿si?)). (Doble paréntesis, que además de feo, no conduce a nada bueno): Magia.

El caso era este: esta noche es la noche de San Juan. Veo en internet que no se celebra, como yo creía, al poeta medio loco que fue evangelista y luego se inventó un apocalipsis que me río yo de Coppola, de Cuerda y hasta de Tolkien, en su feo retiro de la isla de Patmos; sino al otro: al melenas bautizante que clamaba en los desiertos, que perdió la cabeza por tanto clamar, aunque una mujer inventora del striptease con velos, la tal Salomé de quien tanta chicha sacó el pillastre del oscarwilde, se inventara eso de “perdió la cabeza por una mujer”. Y luego se montó un monólogo de aquí te espero.

¡¡¡Feliz sanjuán y feliz verano para todos, creáis en el melenudo loco que bautizaba con agua pero no con espíritu y se descojonaba de la muerte, o no!!!
Feliz para los que saltéis hogueras, multiplicado por cien si lo podéis hacer cerca del mar, igual que yo lo hice alguna vez.
Feliz para quienes recuerdo, que sois muchos y sobre todo muchas, hayamos tenido o no que ver en un sanjuán.
Feliz para Montse y su recién nacido que escribe que añora el mar desde Madrid sin saber que el mar de Málaga se está acordando de ella.

Felices los celebrantes, los que deseamos celebrar, los que buscamos ocasiones, los que creyendo en una cosa u otra creemos en la magia de las celebraciones. Y hasta en la Magia.
Os mando un abrazo y beso desde aquí a los/as que quiero y me quisisteis o queréis (conste que no he bebido nada, no se debe a exaltación de la amistad).

Feliz verano. Y como dice Borges, pozo de sabiduría sin fondo el cabronazo: “Felices los felices”.
¡Vaya, y mientras termino de escribir esto me doy cuenta de que a mi modo y con vosotros estoy celebrando también estas fiestas de San Juán (resulta que Bautista) 2011!
Gracias a vosotros/as, y luego besos: los que me gustaría daros.



miércoles, 22 de junio de 2011

titulares??????



EL PARTIDO SOCIALISTA SUFRE
No sufras: di que no.
“Sólo quien sabe sufrir sabe lo que es el sacrificio…”. No llames a la supervivencia sacrificio, porque no es exactamente igual. Una cosa es para ti/vosotros, otra para quien se supone que representáis. Y aunque no te arriendo la ganancia, mira hacia donde debes mirar.
Si te parece absurdo, sal a esas calles que ya no conoces y pregunta por ahí lo que es sufrir.
La derecha siempre fue quien sigue siendo. Vosotros sufrís porque no sois quienes fuisteis. Pues entonces, sedlo y no lloréis más. Las lágrimas de los niñatos sin juguetes no merecen más que un bofetón, rico mío, así que no penséis que esto sea un melodrama americano con quienes todos los decentes lloramos a mediodía. No, tu padre del FMI nunca irá a verte jugar al béisbol, ¡caracoles!

IU SE ABSTENDRÁ EN EXTREMADURA…
Una triste historia de amor, basada en el poco caso que González le hizo a Anguita (no me llama, no me escribe, como el gorila del chiste), permitió ese aborto que se llamó la pinza y fomentó el amante cordobés, apasionado, buen alcalde, pero lastimosamente despechado: un lamentable dirigente. Ahora vivimos otro culebrón, aunque yo no lo entiendo muy bien porque conozco menos a los protagonistas aunque conozca a muchos extremeños/as (¡qué tontá esto del guión sexista, cachi en los mengues!). Ya uno no sabe ni quién le representa, y nos están llevando a un nadie muy poco práctico y menos agradable. ¿Sería posible dejar de hacer el imbécil? Ya que no sabéis hacer política, que no sabéis, como no saben vuestros cazurros oficiales que van en las listas o son nombrados luego, no juguéis a ser los ciudadanos. No lo sois. Ya, ni los canapés os gustan. O se os indigestan por costumbre. ¿Cuándo os vais a enterar de que, seamos de la clase que seamos, vosotros y nosotros no somos iguales? Os pagamos por joderos, o por disfrutar, que eso va en gustos, haciendo un trabajo difícil. Vamos, currar en algo jodíamente difícil pero que parece que… no sabéis hacer. Será porque ya no -qué pena-, ya no sois ciudadanos, no estáis en nuestro mundo (no lo estáis, eso es lo triste, y no os engañéis). No sois felices, si es que sois honrados, con vuestra política. ¡Pues hacedlo mejor! No seremos nosotros quienes os solucionemos nada, sandiós me libre, ni vosotros leeréis esto: era un decir. (Lástima, lástima de tantos ideales caídos tras tanto queso de la serena y tentudias oficiales…)

MEDIOS, ENTEROS Y MENTIDEROS… Y ahora resulta que eso que se denomina a sí mismo los medios, despechados por una agresividad que es cierto que a veces creo que resulta desproporcionada con algunos de ellos (no con otros), dicen que estos chicos (cuya media de edad andará por los cuarenta), a pesar de ser críticos, ya no tienen razón. Eran simpáticos el primer mes, pero ya van hartando. Que vale ya de simpatía desde la mesa de debate, parecen pensar, que con un mes de guiño amable a la utopía, a la duda razonable o al razonamiento necesariamente lógico-no abstracto, ya han cumplido -los “medios”-, en base a la supuesta honradez de los muchachos, con su nutrida cantidad (siempre discutible cada vez que les da por reunirse) y en base al agradecimiento a no haber dado muchas hostias pese a las hostias que puedan merecer sus enemigos (sí, la palabra enemigo existe, aunque las hostias nunca sean permisibles, y no sólo la palabra adversario: el adversario es noble y se puede salir al campo de batalla contra él con armas pactadas, con palabras pactadas, con eso que es respeto). El enemigo lo es por no ser adversario leal e intentará acabar contigo con todos los medios disponibles a su alcance, desde los engañosos a los supuestamente éticos, pero por encima de todo los PRÁCTICOS (palabra enemiga cuando se emplea en favor del enemigo únicamente). Y lo hará siempre, supuestamente, por un buen fin que no se parece en nada al tuyo. El suyo no existe, los principios no tienen nada que ver cuando se trata de pragmatismo. Pero (apúntalo) aprovechará que los tienes para usarlos en tu contra.

QUE NO NOS REPRESENTAN. Y se prostituye arteramente la expresión en los medios, y se le busca un único significado a tantas cosas como esto quiere decir. No nos representan y les pagamos para que nos representen, creo que es el mensaje prioritario. Queremos que representen nuestros intereses y no los de su conveniencia provisional o la línea última pactada dentro del silencio cómplice de cada uno de sus partidos. O de un mercado insolidario y represor que empieza a hartarnos con sus intereses impuestos. Notamos que no nos representan, sí. Hacemos lo que haría cualquier empresario honrado con un trabajador que no cumple: tirarle de las orejas (no agredirle, hacerle ver que no recibimos lo convenido por lo pagado). Eso es no cumplir. Como cuando un carpintero te da una mesa coja o el yogur del restaurante está caducado. Hemos aprendido a opinar, a reclamar, no somos la marea de la energumenez como quieren hacer ver cada día más nuestros Enemigos (que irán en aumento, porque esto que pensaban que era una gracia pasajera ya no será una gracia, y lo peor para ellos es que tampoco será pasajera… y empieza a serles incómodo).

LO DE GRECIA… Merece respirar antes de escribir, poner a remojar las barbas a la espera del rapado, no precipitarse en lo que podría ser mucho menos de lo que llaman razonable. Aunque la cautela a veces se ría de ser empleada, te llame cobarde y, lo que es peor, tonto, atontado, atontolinado e injusto, en este momento me dice que todo esto es tan fuerte, que me calle hasta haberlo pensado dos veces………………….. ¡¡¡¡¡¡¿¿¿¿¿Hace falta??????!!!!!!!!!!


lunes, 20 de junio de 2011

calles nuestras



En este amanecer del 19 al 20, mientras asistía a ese espectáculo en que el cielo de Madrid se demora casi un par de horas al final de primavera en pasar del azulnegro al celeste pasando por toda una gama de colores irreproducibles, he vuelto a pasar por las calles, prácticamente vacías en estos momentos, que he recorrido tan bien acompañado esta misma mañana.
Castellana, Colón, Cibeles, que nunca han dejado de parecerme propias, se volvían aún más mías por el simple motivo de ser nuestras. Esta mañana lo hemos demostrado. No hace falta disputar con algunos medios por decenas de miles más o menos: hemos desbordado las previsiones. En general, hemos desbordado. Y seguiremos haciéndolo. No participamos del recuento que se hace en la Comunidad cuando los antimaricas mataguarras-abortistas comehostias se pitufan hasta caber treinta y cuatro en un metro cuadrado según cifras oficiales. No nos hace falta. Podemos permitirnos la generosidad de que digan lo que quieran, con esa generosidad propia de los que son tantos que no necesitan contarse. Y nos diferencia, sobre todo, ese gesto con que nos miramos con el que está cerca, esa expresión de complicidad y cariño que tan difícil es de encontrar en la vida cotidiana de una ciudad como esta, tan multitudinaria y mal regida.

Este amanecer la Cibeles aún miraba las vayas azules que la cercaban, asombrada de que tanta protección no fuera necesaria. Seguía a la espera de futboleros madridistas sin explicarse aún por qué esta mañana la había circundado tanta gente. Ella que tan acostumbrada está a los eventos, ella que se vio tan tapada, protegida de los bombardeos de esos mismos que años después la hicieron chotis y hablaban como si la hubieran querido cuando a punto estuvieron de romperla. Como rompieron tantas cosas, tantas vidas. Y recordando esos lejanos tiempos vividos por mi madre y no por mí, me ha venido a la cabeza, al mirarla tan guapa, eso de “yo pisaré las calles nuevamente”.

Me he mirado la marca pálida que me ha dejado el reloj en la muñeca, y esas rojeces (¡bien!) del cuello que se pueden mostrar como la hermosa marca de un muerdo, dejadas esta vez por un sol de justicia que empezó en Sol. Me he sentido tan orgulloso como si nos las hubiéramos ganado.

Y luego esa metáfora curiosa: los muchamucha policía, que solamente cumple, para lo malo y lo bueno, órdenes, aunque pongan esa cara de estar decidiendo por sí mismos, mantenía un orden que no se desordenaba, y por encima de todo se ocupaba de marcar la distancia que nos separa a los ciudadanos, bajo un enorme cartel donde pone RESPETO, de la casa donde trabajan los que tendrían que representarnos: Las Cortes. Los leones parecían no entender nada. Miraban de reojo a ver si venía otra vez Armada a hablar con un Tejero o algo así, con tanta protección.

Una distancia enorme entre nosotros y ellos, nosotros presentes y ellos hoy ausentes, una distancia protegida por la fuerza, sostenida por mogollón de uniformados con su “prohibido el paso”.

sábado, 18 de junio de 2011

las buenas personas


He salido esta noche con amigos. Todavía está a nuestro alcance. Cumpleaños felices, cena, alguna que otra copa… 

No vivo cerca. Normal mente, por mucho que tenga que andar, cojo el búho o algún autobús de esos que siguen las líneas de los metros. Pero estaba cansado, y pensé, teniendo en cuenta que me acaban de ofrecer un trabajo (¡afortunado yo, ya sé, aunque sea para dentro de un par de meses!), que me daría el capricho de coger un pelas, un taxi o como lo quieras llamar, y luego rezar a Dios para que no intentara, como muchos, hacerte el recorrido superturístico con tarifa chachi o si no torturarme hasta mi puerta con el odioso runrunear de la COPE, Intereconomía o lindezas similares. Lo más que aguanto con autocontrol es radiolé y difícilmente.


No era ni una cosa ni otra. No llevaba puesta ninguna radio. Intentó hablarme y le respondí por educación aunque no tenía gana. Silencios tras pactar el recorrido. Hasta que de pronto me sentí muy injusto por no haber reparado en las ganas que tenía, necesidad más bien, de hablar. Hay veces, y me cago en la leche por ello, que uno no se da cuenta de que tiene delante, ahora en el sentido literal, a una buena persona que, aunque te cobre su tarifa, quiere hablar.

Todo surgió por una ambulancia que pedía adelantar. Primero me dijo algo extraño: me habló de la lógica necesidad de echarse a un lado pero en seguida lamentó “que cada día se vieran menos ambulancias”. Me pareció tan raro, incluso algo morboso, que le pregunté el porqué. "Últimamente –me respondió-, porque así lo pide sanidad en Madrid más cada vez, la respuesta que dan cuando se les pide una ambulancia por teléfono es “no estamos seguros de que sea tan urgente, llame a un taxi”. Y de este modo, en los últimos meses, he llevado a personas que estaban sufriendo un infarto, gente a quien se les salía el hueso del brazo o de la pierna, personas a punto de pasar no ya por un ataque de ansiedad, sino por uno de vaya usté a saber qué, según sus palabras… Y luego me habló de los hijos de su mujer, que no eran suyos pero los quería como suyos, que en algunos momentos eran chicos difíciles, sobre todo uno, y que en el colegio concertado, al que le habían llevado para ver si salía adelante mejor que en la enseñanza pública normal, sus notas insuficientes, muy insuficientes, podían hacerse suficientes según lo que pagaras. Y que ya no sabía qué hacer, y que todo le parecía cada vez más extraño.
Luego me preguntó: “Esos, no me acuerdo de cómo se llaman, ¿sabe usted quiénes les digo?” ¿Los que llaman “indignados”?, aventuré sabiendo que la respuesta era que sí, y fue que sí, y me preguntó si sabía quiénes eran y le dije que yo había estado en Sol a veces aunque nunca dormí allí y él me ha dicho algo que se me clavará en la memoria, y si no no tendría perdón: “Yo soy de esos que sienten vergüenza por no haber pasado por allí”.

Habíamos llegado enfrente de la puerta de mi casa. Nos quedamos hablando en su coche diez o quince minutos.
Me señaló un banco y me dijo que tampoco entendía lo que los bancos estaban haciendo. Le dije que precisamente en ese tenía dinero. Me miró como si yo fuera un pardillo, y se lo agradecí. “Hace tiempo, me dijo, tenían una buena obra social. Ahora que ha cambiado de nombre es una máquina de estafar”. Hasta me recomendó otro, no sé si con buen criterio. 
Me comentó que él no votaba siempre a los mismos, que no era persona de convicciones políticas pero que sí votaba: “eso sí, unas veces a unos y otras a otros, y siempre pienso luego que me he confundido… ¡pero con lo que se ve ahora!”
Al rato, sin intentar romper el clima, le comenté la manifestación de este domingo, me dijo que le parecía muy bien, pero que “su mujer le mataba si se enteraba que había ido”. "Ella me dice que le da mucho miedo, que puede haber por medio violencia, que no me complique la vida, que a saber quién está detrás de esto”. “Usted me parece una persona honrada y habla con sensatez”, me dijo, y pocas veces me he sentido más halagado, “y además”, añadió casi con cuidado,  “…ni siquiera es joven”, y tampoco me molestó aunque haya ganado últimamente kilos. “No iré el domingo –me dijo- todavía no me atrevo, pero sé que algún día, dentro de poco, estaré por allí”. Era sincero, no lo dijo por decir. Me bajé. No nos dimos siquiera la mano. Le deseé unas buenas noches con todo mi corazón. Él respondió de un modo parecido.

El domingo, aunque no estés allí, me acordaré mucho de ti, y recordaré que, como a todas las buenas personas, te hemos ganado para el futuro. 

jueves, 16 de junio de 2011

tampoco nos representan

Salimos a las calles, para nuestro propio asombro, hace un mes.
El aniversario debería haber sido más alegre y esperanzado, pero con un eclipse de luna a la vuelta de la esquina te puedes esperar cualquier cosa.



Como estábamos hartos de que en una democracia la participación ciudadana se limitara a tragar con los mandatos de donde sea que quisieran venir, callarse la boca y meter un sobre cada tantos años por la ranurita de una pecera sin peces, salimos precisamente poco antes de unas elecciones para decirle a los que tenían que representarnos que no nos sentíamos representados por ellos. Pero ni un poco.
No sé si me confundo al pensar (espero que no, porque muchos fuimos los que lo pensamos) que el mensaje primero venía a ser algo del tipo: “Así que poneos las pilas, porque vuestro trabajo es representarnos a nosotros y no a vosotros mismos, y no vamos a dejar de recordároslo hasta que se convenza tanta gente que os tengáis que convencer vosotros mismos”. Más o menos.
Lo que yo no creí ni creo, como tampoco otros muchos, es que el mensaje fuera: “Así que vamos a emplumarlos con brea y luego tirarlos al pilón”.

¿Qué por qué he tardado tanto en llegar al meollo? ¡Porque es muy doloroso, coño!
Es esta una noche muy alegre para los banqueros, los que quieren un pretexto para desatar la represión y los enemigos, de cualquier tipo, de este movimiento. ¡Divide y vencerás!
Una mente maligna podría sospechar que no todo ha sido casual, que no es difícil despertar la cazurrez de una manada de mendrugos si los pastorean, sin que ellos mismos se den cuenta, provocadores profesionales, reventadores de más de un signo, infiltrados… Así que, como mente maligna que soy, no pienso descartar las sospechas. No es la primera vez que asisto a ello.
Pero la burricia y la torpeza no disculpan a los que atentan contra el movimiento desde “dentro” (es un decir) y le hacen incluso más daño que los de fuera (no es un decir).
Que hagan su “propio movimiento”. ¿Algo así como: “Venganza real ya”?
Y no me vale eso de que también es violencia desalojar familias, arruinarlas, legislar en propio beneficio. No hace falta que me convenzáis, que no he nacido ayer. Es que lo que no me vale es el TAMBIÉN: yo no aspiro a comportarme como aquello contra lo que lucho.

Porque esta movilización no es sólo, aunque lo sea principalmente, de gente joven sin un futuro que le interese, desempleados, víctimas directas de la crisis (indirectas lo somos todos los que no la hemos provocado para beneficiarnos)… sino cualquier ciudadano/a decente que identifique política, ética y justicia, que exija que se gobierne para nosotros y no a nuestra costa, que crea en la decencia, en la participación, en la igualdad y en el máximo bienestar al que podamos optar todos, no unos cuantos a costa de otros. Y en el futuro.

Hay que demostrar nuestra fuerza el domingo 19 a los que no nos representan. A TODOS los que no nos representan. Aunque, igual de bien que se gestionaron los diversos servicios en el campamento de Sol y en otros, haya que ir pensando en recurrir, tristemente, a un eficaz servicio de orden.   


martes, 14 de junio de 2011

perdona, cuarto estado

Y ahora me doy cuenta de que he cometido el fallo típico: el del mundo pequeño y ombliguista, no sólo en mi, sino en los que conozco. Y pienso que unos más y otros menos salieron de ese estado cuarto del que hablaba. Hablo de España, hablo de Europa. Pero siempre me olvido de los que no tienen un ordenador para leernos ni un abrelatas para acceder a la necesariamente escasa ayuda alimentaria. De los que ya ni siquiera piensan si su estado está por debajo del número cuatro.
Y aunque sea por puto respeto, y aunque no puedan oírme, aunque sea por respeto a ellos a través de mí mismo, les pido un perdón que no podrán escuchar, porque no tienen medios de oírlo, y que supongo que si pudieran oírlo, espero de verdad que ese fuera el caso, les valdría sobre todo para cagarse en mis muertos.
Miro al mundo, y veo que si comemos lo hacemos a costa de lo que nos envían a nosotros de comer. Asequible para nosotros, caro para ellos.
Y veo, sobre todo, que esto es un sinacabar constante. Que no hay ya en Italia, ni en España, ni en casi ningún lugar de Europa cuartos estados, sólo excepciones, y ahí acabamos de caer en la trampa más antigua del mundo: “si te has salvado tú, el mundo se ha salvado”.

Esto, no sé si para vosotros pero al menos para mí, que estoy cansado, es agotador.

Y ellos, que están más lejos de lo que nuestros dedos tocan o podrían tocar si se empeñaran, se levantarán por la mañana con la sola idea de vivir, sin pensar en el número de su estado, pensando sólo en el número de su sueldo, ese que para nosotros sería una vergüenza.
Y mientras pienso que hay muertos y hambrientos cada día, una tenaza en la garganta me dice que, aunque estén muy lejos, aunque no sean los queridos españoles que murieron hace tantos años, se diferencian poco y me llaman por mi nombre aun sin saber quién soy.
Y yo ya ni siquiera sé qué hacer.

nunca más el cuarto estado


Cuando estos días he estado mirando a ver si me aclaraba con el horario de las marchas del 19-J (de  primeras me aterré cuando vi: tiempo aproximado: 14’30 horas y pensé que íbamos a ir arrastrándonos hasta el lugar de encuentro durante más de medio día, o bien dejando gente por los bares a lo largo de la jornada, cosa que no se podría criticar teniendo en cuenta el prolongado esfuerzo), cuando lo consulté, digo, veía de vez en cuando, y me alegraba ver en las páginas web, la misma imagen que tengo en mi pasillo y que tuve en paredes anteriores: Los inquebrantables personajes de Volpedo, pertenecientes al Cuarto Estado, en ocres y tierras, avanzaban hacia mí como queriendo que no me quedara atrás en la marea. Los conozco hace tiempo y siempre me parecen nuevos. Cuando por primera vez los vi en los títulos de crédito de Novecento, supe que tendría que volver a ver la película, porque esa visión angélica duraría más que el metraje de la primera parte. Y así fue, pese a que no digo nada en contra de la película, conste. Pero,  eso sí, gracias al film o como lo quieras llamar, siempre que veo el cuadro, aunque sea en mi pared, oigo esa música tan real como esperanzada de… ¿quién va a ser sino Morricone? Y pienso, no que el mundo tenga sentido, no voy a ir tan lejos, sino que a veces mola.

Y entonces (y aquí empezamos el monólogo interior, pas a deux, que tanto le preocupa y a la vez resulta curioso a mi amigo Jorge), ¿por qué pongo este negativo título al artículo? (¿se llama artículo, por cierto, o entrada –que siempre me suena sólo a pérdida de pelo y frente amplia-, o unidad, que me recuerda a las Fuerzas Armadas…, o actualización –que me suena más a ramita moribunda con hojita verde naciendo, qué mona ella… y por tanto más cercana a mí, ¡ay, por dios!-, o a… basta. Íbamos a por qué el nombre, ¡y deja ya la esquizofrenia, que se van a creer que es de verdad! (Largo silencio inculpatorio)

Tras la digresión que me podríais perdonar, eso espero, vuelvo al cuadro, al significado, al título y a nosotros y nuestro mundo, sea eso lo que sea. No somos el Cuarto Estado. No lo somos por algo muy, pero que muy, sencillo, aunque quieran darle demasiadas vueltas los analistas: porque el Cuarto Estado murió en nuestra defensa, unas veces de hambre, otras a tiros, otras en las cárceles, algunas en las guerras, otras de desesperación, no pocas sumidos en un estado tan cercano al abatimiento que pudiera llamarse locura… Gracias al Cuarto Estado, no somos el Cuarto Estado. No quiero que vuelva a existir un Cuarto Estado. Corremos el peligro de que en un futuro que no sé quién lo verá pero no es tan lejano, vuelva a la vida. Dicho así parece alegre, pero esa vida no es fuente de alegría… ni siquiera de Vida. ¡Nunca más un Cuarto Estado!
Si los aventajados herederos de esa gente entre sepia y ocre que avanza hacia el futuro con música de Morricone no sabemos heredarles, heredar su valentía, su constancia, su ilusión, volveremos a ser el tema de un cuadro parecido.
Y la belleza no siempre justifica la existencia de vidas destrozadas.

jueves, 9 de junio de 2011

revolución en la pausa publicitaria


¿Propuestas concretas? ¿Futuro programado? ¡Vale ya, señores y señoras (o al revés)! 
Oigo cosas en coloquios de la tele que me recuerdan las sensaciones que debía sentir Carol Anne, la niña de Poltergeist, cuando oía cosicas extrañas a través de su teléfonito de juguete a punto de ser absorbida por el aparato analógico. Y vosotros, personas consideradas, me diréis. “¿Y por qué oyes coloquios televisivos, gilipollas?” Y yo os respondo: “¿Y yo qué sé?”. Pero voy y los oigo. Debilidad. Otros ven programas del corazón y yo no entro en ello, cada uno su vicio… ¡Y es el recopón!

Ahora va y resulta que los llamados tertulianos, periodistas políticos por mucho que disimulen, intensifican progresivamente (es un decir) su tendencia de exigir a acampados, quincemayistas y manifestantes soleros que concreten sus reinvindicaciones, o mejor que se integren en un partido existente, o si no que formen uno nuevo. Vamos, que no se enteran. Y siguen diciendo que en caso de que no, que hagan una lista tonta (contrasentido propio solamente de las rosquillas de sanisidro –listas y tontas- y los paseos de Esperancita -¡ay, jamona!- por la pradera del santo para comprobar que nadie acampe), una lista tonta de peticiones del oyente y se terminen de aclarar sobre qué aspectos se revolucionan, con qué calendario transgreden, en qué puntos y con qué representantes. Mierda, dijo el cuervo. ¿O era “nevermore”?

No hay que caer en esta falaz presión: “si se hace una revolución, hay que hacerla ya, en la pausa para la publicidad, porque si no luego la gente se aburre, seguimos viendo la película y se ha pasado el rato previsto para cambiar las cosas”, porque “vivimos en tiempos en que no se puede perder el tiempo”, “o se llega a algo concreto ya de ya o no se llega nunca”.
A ver si es que están empezando a ponerse nerviosos con lo que no comprenden. Porque es que no comprenden. Por ejemplo, a Esperanza (tengo yo la noche impresionable con mi pensamiento puesto en ti, Espe), le pones un adjetivo después de la palabra democracia y no le concuerda. Eso de concordar sustantivos y adjetivos, después de pasar por el ministerio de cultura, se convierte en una pesadilla de esas que te dan la noche y te obligan a pensar que has cenado demasiado o no debías haber abierto la botella de vino.

La realidad no es esto, si acaso será vuestra “realidad” que no es para nosotros tan real. Y nada Real, majestad, de paso.

Trampa dos, muy característica de este sistema: “No protestes si no tienes una propuesta a cambio”. Y digo yo que NO es una palabra posible, contundente, y que los ciudadanos tenemos derecho a decirla. No nos obliguéis a ser políticos profesionales, no porque no valgamos, que lo mismo hasta sí valemos más que muchos de vosotros, sino porque no lo somos ni queremos serlo. Os pagamos para trabajar, así que queremos que estéis a nuestro servicio, no como esclavos, claro, sino como eficientes trabajadores. Como funcionarios, para ser más concretos. Dejad de creer, políticos míos, de una puta vez, que sois la aristocracia, porque sois unos piojos resucitados, meros funcionarios a nuestro cargo que cobráis sólo porque nosotros trabajamos para pagar vuestros servicios.
¿Veis como cuando cogemos el libro de reclamaciones podemos ser tan verduleros como una señora que reclama al verdulero que la patata no se la puede cobrar porque está pocha? A lo mejor es porque vivimos en el mundo, y vosotros vivís detrás de la mesa coloquial o del escaño querido y siempre, siempre, siempre… (trauma shakespeariano, ¡qué tragedia!) provisional. ¡Alarmante palabra para vuestros malos sueños!

Buenas noches a los justos, que ya no heredaréis ni heredaremos la tierra, pero a ver si nos dejan dormir en paz y sin tener que hacer tantas cuentas.

martes, 7 de junio de 2011

por donde amargan: una idea simple


Ahora voy y me acuerdo de una genial frase del maestro Azcona que decía el personaje del marqués que bordaba Luis Escobar en La escopeta nacional: “¿Qué pasa, que mi hijo se ha tirado a una guarra?, pues se dice cuánto se debe y ya está”. A mí me suena que esto tan fino es lo que le responde Alemania a España con eso del pepino españolete y sus calumnias (la palabra calumnia parece un poco antigua, pero mola y sobre todo es muy precisa). Claro, que cuando en lugar de pedir una disculpa de rodillas, un peregrinaje Munich-Santiago o algo más grave, como una dimisión sin ir más lejos -que se supone que es un mecanismo de eso que se llamó democracia en ciertos momentos, ay, del siglo pasado-, se negocia un tanto por ciento, acabarán sacándonos por casi nada una libra de carne como a ese mercader de buena voluntad que operaba en Venecia mucho (¡mucho!) antes de la Unión Europea.

Pero, como dije, somos mediterráneos. En la anterior entrada (ver anterior entrada, por favor, que era cortita, pero sólo de tamaño) ya estaba mosqueado. Debe ser en homenaje a mi tío Abilio que se fue a Colonia a trabajar cuando yo era pequeño y España todavía no se creía el primer mundo ni contaba el número que ocupaba dentro del g-leches, y le trataron más o menos como aquí a los marroquíes. Bueno, no, un poco mejor, porque vino al menos con tanto dinero como el que tenía cuando se fue o un poco más (no mucho, no lo suficiente para vivir como dios ni poner un negocio). Y los mediterráneos, ya se sabe, no somos de fiar porque una rayita de nada nos separa de África, somos indisciplinados y cometemos el pecado de disfrutar de ciertos placeres de la vida que los tudescos sólo disfrutan cuando se jubilan bien en paraísos baratos, por ejemplo nuestras islas. A buenas horas, hijos, aunque os salga gratis nuestra seguridad social, esa que queréis que, poco a poco, eliminemos, como tantas otras cosas.

Pero no es paranoia. Ni siquiera desprecio. Los planes simples siempre son los mejores. Y todo esto es un plan muy simple. Lo mismo hasta me equivoco, pero yo lo veo de lo más ingenioso y plano:
Para empezar, primer error: se dice que ahora la economía manda en la política. Véase su cachito de historia y se verá que la única razón para la creación de los primeros partidos conservadores era la preservación de los privilegios de una clase emergente en la que se aceptaban jóvenes leones sin escrúpulos, lo cual la diferenciaba de la aristocracia. Dicho así es simple, pero no hay mucho más. Ni es raro, porque los políticos de derechas, o conservadores, o como les queráis llamar, coincidían exactamente con los que ostentaban el poder económico (¿me podéis echar una miradita a, como ejemplo simple, Rodrigo Rato, o como ejemplo organizativo garante de ciertos valores a Solana, para quien crea que soy poco objetivo?).
Otro error a la larga: la organización europea se crea como un mercado solidario. Véase cómo a ciertos incorporados en los 80 (del sur, curioso) como España, Portugal, Grecia… se les insuflan unos ingresos que parecen dignos de Papá Noel (hasta clases de teatro financiaban, que lo sé yo en primera persona) para integrarte en la familia como se podría hacer con el novio pobre de una de las hijas menos favorecidas. Todo sonrisas y pasteles. Luego vendrán las deudas y los cobros.

La actuación es similar a un banco (insistiré en esto) que te da una tarjeta de crédito, supuestamente con bajos intereses, pero situándote siempre por encima de tu nivel adquisitivo.
Y uno (o más de uno, entre ellos España) empieza a presumir. Pero luego, con el pretexto de integrar en la familia a nuevos parientes, nuevos y más pobres, el crédito acaba disminuyendo hasta que ya no hay crédito, o al menos no tanto como había. Pero tú ya no puedes renunciar a tu nivel adquisitivo. Y vas y te endeudas y sigues pensando que la arruga es bella o que la comida viene en cachitos minúsculos.

Luego va y, bajo el dominio de grandes bloques conservadores (USA, Alemania, Francia, Italia, G.Bretaña) llega una crisis, ¡oh, qué sorpresa! Y hay que arreglarla, claro, porque esto si no esto va a ser el 29 y todo el mundo a tirarse por las ventanas de los rascacielos que ya son edificios normales dentro de las ciudades grandes.
Y eso, que floreció con el beneplácito de unos padres que ven jugar a los niños esperando la hora de que crezcan y quitarles los juguetes, eso que se llamo estado del bienestar, tiene que (¡pathos histórico!) pagar las consecuencias.

Mira el mapa de Europa. Mira cómo los pocos gobiernos de centroizquierda son forzados (o mejor dicho se dejan forzar por… ¿puta supervivencia?) a adoptar un sistema que no han usado aún, vamos, neoliberal, y que no sólo atenta contra, sino que tiende a eliminar el estado de bienestar. Es el único precio, se dice, a la crisis. El mapa se va volviendo azul, como por el efecto del añil. Ay.
¿Cuál es la amenaza? ¿Os acordáis de la semejanza con la banca? Dicen: Ahora, para estar a la altura, os ponemos unos deberes que no podréis hacer sin sacrificar buena parte de vuestro potencial (¿quiénes os habíais creído, pepineros?), y os imponemos nuestras propuestas, como los planes bancarios de comisión y ahorro, o si no ¡tendremos que salvaros! ¿Cuál será la compensación de nuestras pérdidas por salvaros? Los intereses que os cobraremos. Todos los bancos han  vivido siempre de los clientes medianamente insolventes, ese es el beneficio de la banca, el miedo a la ruina personal y no a la ruina bancaria (por eso fue un trauma el 29, porque sucedió al tiempo, cosa que no están dispuestos a que vuelva a suceder). Los Estados, pues, ya son Bancos. No hay similitud, hay identidad plena. Los Estados, pues, viven o quieren vivir de otros estados, aunque sean de su misma organización. ¿Cómo que la política se pliega a la economía, cómo que la economía se pliega a la política? ¿Es que hay diferencia? ¿Es que, en sus planes, hay una diferenciación para el futuro? El Estado Banca protege a la Banca, se financia con la iniciativa privada, elimina la igualdad, porque la igualdad, si vas a preguntar a los socios de un banco, no tiene nada que ver con la realidad según se ve detrás de sus amplias vitrinas.

Este mes, además, los pastores se van a reunir. Esperan que balemos las ovejas, aunque nuestro futuro sea ser parte de la bandeja en oferta del hipermercado. Nos piensan dar por donde amargan los pepinos, lo mismo por eso han empezado por ahí.

Tenemos una pequeña oportunidad antes, el 19 de este mes, para gritar al menos que la violación irrita, tal vez la siguiente vez no puedan decir que no es violación porque nos mola en el fondo… y si no, ¿por qué votamos mayoritariamente a los violadores? (Buena pregunta, por cierto).
Yo intentaré cerrar el ojete al pepinazo impuesto. Espero que tú también. Nos vemos por esas calles.