viernes, 24 de febrero de 2017

¿monarquía por pereza?

Cada vez me resulta más evidente que los gobiernos establecen modos de actuar basados en los puntos débiles de la idiosincrasia nacional de sus ciudadanos, que toman ventaja para salir bien parados aprovechando las carencias de cada país. Más allá de los tópicos comunes, creo que se dan "formas de ser" o "modos de actuar" de los que no es difícil sacar ventaja. Como cuando, conociendo las debilidades de una persona en concreto, logras un beneficio a costa de sus manías o carencias, ya me entiendes.
En un país como España, donde la pereza a veces se confunde con la desidia y unidas conforman un problema preocupante, los dirigentes se valen de esta forma de actuar (o no actuar). Han debido fijarse en que nos dejamos atropellar sin decidirnos a intervenir, en que no denunciamos un abuso cometido por un establecimiento, empresa, corporación o lo que sea, ni siquiera existiendo asociaciones de consumidores, a las que parece ser que no damos mucho trabajo.
No cambiamos de compañía eléctrica por no levantar un teléfono o por temor a los trámites; no elegimos los bancos, no comparamos precios o ventajas (y cuando lo decidimos le pedimos a un motor de búsqueda de internet que lo haga por nosotros), optamos por una operadora por insistencia de la misma o por su última oferta sorpresa... Y se diría que a menudo nuestra posición política no difiere demasiado de esto. No me refiero a la teórica, ¡conste!, teorizar y protestar entre amigos y parientes se nos da de perlas. Me refiero a ese otro paso más comprometido que se llama actuar.
¿Tal vez somos ciudadanos que se sienten condenados a una supuesta fatalidad? ¿Víctimas de una losa demasiado pesada para poder abrir la tumba, aunque no estemos muertos?  ¿Románticos irredentos? ¿Maestros del pretexto para no mover un dedo?
Antes de seguir, venga un golpe de pecho: no tiraré una piedra más sin reconocer que no sólo dejo todo para el último día, sino que no adopto ciertas soluciones simples cuando parecen demasiado trabajosas, y todo queda en nada. Español, al fin.
Lo indignante es el aprovechamiento administrativo. Sólo en España se puede recurrir a la charada de decir que en lugar de devolver los bancos el importe ilegal de las cláusulas suelo a los afectados, cada afectado se ocupe en negociarlo. Esto -lo saben y aprovechan-, elimina un tanto por ciento enorme de reclamantes, un ahorro multimillonario basado en el amor por la poltrona y la inveterada (y no poco justificada) angustia ante la burocracia de la víctima de turno.
No sé si es sólo en España donde puede gobernar un partido que está imputado por beneficiarse de una trama corrupta, que amparaba, y ampara hasta el día de hoy y cada vez con mayor impunidad (véase Murcia por ejemplo) a los que delinquieron y delinquen si figuran en su bando. Sólo en un país donde el delito parece condenado a convertirse en inevitable, tal partido puede seguir subiendo en las encuestas sobre intención de voto.
Aquí se eterniza todo lo que parece que cuesta cambiar. Los partidos que podrían ser distintos sufren la pereza de serlo y se agarran a modelos vergonzantes, todo honrado -ejemplos ilustrados se pierden en la noche de los tiempos, del barroco hasta ahora mismo- sigue pareciendo un pringado. Y todo se eterniza, y tan sólo evoluciona el color de los cupcakes y el tamaño menguante de las raciones de la nueva cocina que ni siquiera es nueva.

Se dirá: "¿y a qué viene esa alusión a nuestra pobre monarquía que figura en el título de esta cosa?". Pues a eso. A que creo que no cambiamos de régimen como no cambiamos de operador de telefonía móvil, y por razones similares. O de compañía eléctrica, o de gas, o lo que sea. Porque "paqué", esa coletilla que todo soluciona, es la respuesta más oída en el país.
Ahora, y esto no tiene gracia, aparece el INSULTO. El insulto al que me refiero no es la sentencia y las consecuencias del caso Nóos, que ya bastante insulto son. El insulto enorme es que aparezca asentado como axioma en la prensa y un montón de partidos que esto ha sido UN GRAN LOGRO DE LA JUSTICIA ESPAÑOLA; UNA CIRCUNSTANCIA HISTÓRICA (una protagonista de cuentos -princesa, quiero decir-, "hija y hermana de reyes" -frase cojonuda repetida estos días hasta la saciedad-, sentada en un banquillo... para concluir que "ni sueñes que pasará de ahí la cosa" (frase no repetida en absoluto). El INSULTO es convertir en triunfo de la democracia un paradigma de la injusticia y del choteo al español.
¿Me va a decir alguien que no se puede cuestionar a los jueces, como se dice tanto en estos días? Amigxs, leed a Montaigne otra vez: son el poder ejecutivo y el legislativo quienes tendrían que atenerse (haciendo como que son poderes independientes entre sí) a su dictado y no cuestionarles. EL CIUDADANO SIEMPRE TENDRÁ EL DERECHO A CUESTIONAR  PUESTO QUE ES BENEFICIARIO O VÍCTIMA DE SUS DICTADOS.
Ni legislo ni ejecuto, así que no tengo por qué callar.
Dile a un francés (ese pueblo irritante en otros aspectos) que se calle la boca ante alguno de los tres poderes y ya le tienes meses en la calle sin dejar vivir a las autoridades. En muchas cosas ya han superado a Napoleón, y años antes superaron a su rey y se atrevieron a cortarle la cabeza (se pasaron tres pueblos, no estoy pidiendo eso).
Veo hoy que el yerno deportista chulazo no tendrá que ir a la cárcel pero deberá presentarse cada mes en el juzgado: ¿podrá soportar esa molestia, el agravio comparativo de hacer cada mes lo que un parado hace cada tres meses al ir a sellar la cartilla -o papela- del paro?
A sus amigos, campando por ahí como él, y cómo no, les han retirado el pasaporte. Lástima que vivan en un país tan variado como este y no vayan ni a aburrirse.
La infanta ha ido a trabajar a su despacho de la Caixa (¡esconded las gallinas, que viene la nobleza!) y le da cosica que le sigan preguntando los gacetilleros, ¡pobre!
Mufasa, el padre mítico forjador de democracias y matador de otras bestias, aparte de sus ya repelentes anécdotas de bragas, oculta su imagen tras las líneas que se dejan entrever mal entrevistas en los papeles del 23-F, aquel de las sombras, y empezamos a pensar (dios me libre de afirmarlo por mí mismo) que ese runrún de chanchullos financieros que oíamos a lo largo de las décadas demócratas rumoreados por gentes "enteradas" lo mismo no eran locuras... del todo.
Mientras, el joven Simba sigue eligiendo qué dictaduras son rentables. Su mujer, la ayudante de Urdaci, le sonríe las gracias. Y ambos sonríen a los saudís (al gobierno saudí, quiero decir) y pactan destrucciones en el Yemen con el negocio de nuestros aviones, barcos o lo que decidan. La elección entre dictaduras majas y dictaduras chungas siempre ha sido una habilidad de la diplomacia monárquica española. Y también de los partidos de la rosa y el charrán.
¿Por qué seguimos siendo monárquicos?
Siempre fui de aquellos que, sintiéndome claramente republicano, no consideraba que fuera una prioridad. Creo que últimamente están ganándose a pecho que lo sea. Prioridad, digo, aunque sólo sea por odio a la puta chulería.

Y los medios, que ladren celebrando a su rey.

jueves, 9 de febrero de 2017

haced política para la polis, por favor

La política está hecha para la polis, como su propio nombre indica. Al menos en origen. El origen debe haber quedado lejos, porque al parecer nadie se acuerda de esto. Política para la polis, para los ciudadanos, para las ciudades, para los seres que habitan las ciudades, para los habitantes de los pueblos y ciudades.
No parece tan difícil, joder.
El medio político se ha convertido en algo tan fuerte que parece haberse merendado al mensaje que debía llevar a cabo como norma. McLuhan vuelve a resultar tan fuerte, tan lúcido y gracioso como aquel día en que Woody Allen le hizo aparecer en la cola de un cine en Annie Hall, y su enunciado se nos muestra tan evidente como un letrero luminoso (que viene a ser también un medio: un medio, a menudo, más fácil de leer que un programa político).
Los programas se muestran complicados. Las estrategias, inasequibles.
Cada partido político parece ser la finalidad de cada partido político.
El fin principal de cada uno de nuestros partidos parece ser la estructura de partido y sus repartos de poder. Lo que va dirigido al ciudadano es algo que vendrá después, de un modo mesiánico, cuando los tiempos estén superados y la totalidad del poder esté en las manos apropiadas. Un mundo ideal, donde el poder sea el poder sin apelativos de un partido con mayoría absoluta (ese cáncer terrible de la democracia), soitario o pactando. Y mientras tanto la labor será ganar el trono y los escalones inmediatos.
La palabra "ganar", siendo legítima para un partido, no puede ser su única labor. De ser así, parece que cuando un partido no está en el poder desaparece, o desgasta su esfuerzo en aquello que sigue siendo su norma constante, que es subir escalones para llegar al poder más adelante, al parecer como primera aspiración. Como aspiración única, para más lástima. Hacer lo que considera útil para el ciudadano de la polis tiene un lugar mucho más bajo en el propio escalafón. El ascenso en las encuestas, el arañar escaños, parece la actividad primaria de sus oficinas, no tanto como idear la mejora de la situación de los vecinos..., a no ser que esto valga para escalar el ranking.
Mientras tanto, los líderes se entregan en masa al todo o nada. Igual que sus partidos no parecen existir si no gobiernan, sus dirigentes parecen considerar como inútil su actividad si no están en un trono incuestionable. Estos Ricardos Terceros, sin ser tan cheposos ni deformes, al menos en su cuerpo, manifiestan sin complejos que si no ganan desaparecerán del mapa, dejando en la indigencia a sus seguidores, culpables de su propio ostracismo futuro (digo yo). Sus partidos no deben ejercer una oposición fuerte y decente, eso parece. Ellos no deberían ser nunca segundones, sólo vencedores victoriosos (redundancia tan redundante como ellos mismos). Todos los partidos españoles con primarias tienen líderes que prometen irse de puestos de poder si no les dan su confianza. Todo o nada. O César o nada, que decía uno más listo. Mientras, quien en estos momentos tiene más poder, elude las primarias y apuesta por el poder absoluto. Más fácil. La derechona siempre fue así, por otro lado. Menos inteligente pero mucho más lista y sin desgaste.
Seguiremos, nosotros los de la polis, como siempre, apoyando el mal menor. Pero sería absurdo no decir, quien lo vea, como yo, pese a no estar seguro de estar seguro, que el mal es la forma habitual de política sin polis. Porque mientras no haya polis, la política será sólo el episodio más aburrido y menos cercano a nosotros de otro Juego de Tronos donde correrá una u otra sangre, nos lleve o no a la muerte (pero sí, eso seguro, a la desilusión, a la desesperanza, al aburrimiento, a la desidia, a la inacción, al conformismo, al.........)