sábado, 25 de febrero de 2012

sin público


Frase casi letal para la gente del espectáculo esta de Sin Público.
Frase dramática a partir de hoy para la ciudadanía en general.
Ha quebrado una empresa y parece una frivolidad según corren los tiempos lamentarse por un cierre en particular cuando cada día, gracias a esta inteligente política de empleo que el gobierno anterior puso en práctica y que este de ahora pretende llevar a los límites de lo creíble, cierran cierres a mansalva una vez que los últimos trabajadores han traspasado el umbral y, ahora en la calle, se miran con desconcierto y tienen gana de llevarse una mano atrás y otra delante para expresar sus temores acerca del futuro inmediato.
Se baraja algo más aunque para cada trabajador su conflicto sea quedarse sin trabajo. Ese público, escaso por lo visto, al que apelaba el nombre del diario, se queda sin su referente. No era un público que necesitara, en su mayoría, que le orientaran en la propia opinión, pero sí que le hiciera ver que dicha opinión no era una quijotada ni una rémora de pretéritas aspiraciones. Su presencia en los kioskos daba solvencia a lo que otros tildaban de utopías, chiquilladas, inocencias... No hay nada como la descalificación paternalista. La soflama encendida da autoridad a los contrarios, la indignación los reafirma, la indiferencia los mata.

Ahora habrá que entrar en internet. Club de fans. No es lo mismo que titulares a borde de bandejas de diarios. Ya no estará en la calle, sólo en los medios tecnológicos. Público amó la calle y los que la tomamos, y ahora está también, como varios de nosotros, fuera de ella. La protesta se transforma en la suma de indignaciones privadas. Vais bien, gobernantes, no se puede decir que no sepáis de qué va la cosa.
Una ejecución más. Una advertencia más. Ni desde la judicatura ni desde la opinión se admiten voces que destaquen. Cuando no exista el aplauso, será el silencio el que respalde a este gobierno. Esa es la idea, al menos.

Se dirá que fue sólo un mal negocio. La auténtica ideología progresista nunca fue negocio. Lástima, pero lógico en parte. Ahogarla es la prueba más sólida. Se dijo en un informativo que Publico no era la publicación con más deudas, ni mucho menos. Pero no es fácil que el capital (qué palabra tan panfletera, ¿verdad, amigos?, ¿cómo lo llamaríais vosotros, los mercados?, bueno, el eufemismo es una opción razonable) respalde económicamente a quien le ataca. Por eso está en los kioskos esa cosa que se llama La Gaceta, por algo, si abrís todas las opciones de TDT en vuestra tele os encontraréis con un bombardeo de emisoras fascistas, y digo fascistas porque lo son y no por una forma progre de expresarme, sino por amor al lenguaje veraz, ese mismo fascismo que enarbola una denuncia contra, por ejemplo, el juez Garzón en lugar de estar ilegalizada por algo tan fácil como esa ley que se llama Ley de Partidos y condena el uso, presente o pasado de la violencia. ¿La ultraderecha es pacífica? ¿Los partidos que promueven golpes de estado y las guerras consecuentes si es preciso lo son? ¡Vaya, coño, hostias, copón!

Adiós, Público. Gracias. Te seguiremos en la red. Nos quedaremos sin tus películas, sin tus libros, y peor, nos quedaremos sin tu crítica imprescindible, sin tu referencia, sin tu coherencia, pero procuraremos que no te aparten también de donde te quedas. Ojalá esto sea un compromiso para muchos.
Nos vemos en la red, aunque suponga lo mismo que decirle a una ex “nos vemos en los cumpleaños de los amigos comunes”.
Qué triste es todo. Tanto que ya parece que uno no sabe hablar más que de penas.

miércoles, 15 de febrero de 2012

apretón de manos


Nuestra plegaria a partir de ahora ha de ser que el patrón, jefe, empresario o como sea que se le quiera llamar según las circuns-tancias, tenga buen cora- zón.
Tendremos que volver a Charles Dickens y a Frank Capra para confiar en que siempre es posible encon- trar en este mundo, tras mucho sufrimiento, la buena voluntad. No cri- tico a ninguno de los dos autores, Dios me libre: vieron a su alrededor tanto dolor que tuvieron que confiar en que no todo fuera negro en el mundo. Crearon esperanza, sacan de nosotros las más escondidas de las lágrimas y encima lo hacen rematadamente bien. Conste mi admiración por adelantado.
Como ellos, habremos de confiar en que, pese a la maldad reinante, la bondad es más vecina nuestra de lo que suponemos. Sobre todo si se trata de quien ha de pagarnos y emplearnos (una cosa tras otra, a poder ser).

Me encanta la fábula del empresario que ha de pactar con el trabajador cuántas horas debe trabajar para él o por qué precio, convenios a la mierda, en una pequeña empresa.
Me suena a pactos entre leones y gacelas de thompson.
Llamar pacto a lo que en resultado final viene a ser son lentejas, lo tomas o lo dejas, es no en  sólo cagarse en la justicia social sino además, y por añadidura, en el significado del lenguaje. Y al final, en esa cola de parados que acabarán por estar deseando que el trabajador honrado y digno conserve la dignidad y la honradez, se vaya de la empresa, y le deje el puesto a él, menos delicado, más necesitado y menos digno.

Recurriremos, pues, a la buena voluntad en lugar de la justicia. La lástima y la caridad se montarán sobre la ética, que es ya un valor sin valor. Se estará a la espera del tropezón para que quede un puesto libre, sin medir a qué precio lo ofrecen.

Dignidad versus hambre, honradez versus pragmatismo, justicia versus supervivencia.

Los gestores de la crisis, nacionales e internacionales, deberían recibir el Nóbel de Física: han demostrado que, contra toda formulación teórica, es posible viajar en el tiempo. Ya estamos, de hecho, en ello. Más de un siglo atrás. No voy a repetir una vez más que los muertos que murieron a favor del progreso deben estar retorciéndose en sus tumbas. Deberían aparecerse a todos los que se han cagado en su muerte. Sería más eficaz, al menos. Algún que otro infarto, por lo menos. Y alguno que otro menos de esos hijos de puta (pobres putas) que sobran.

El contrato es un género, por tanto, obsoleto. Eso que se llamó papel mojado. Se puede firmar, pero no sirve para nada la tinta, dado que se puede revocar haya o no firma. Habrá que fiarse, o no, del apretón de manos. Suplicar al cielo que hayamos caído en manos de un patrón/ona justo/a. Si no, Dios nos pille con ahorros. 

jueves, 9 de febrero de 2012

necrológica


Esta vez no se ha muerto, como Fraga.
Esta vez han acabado con él.

Hoy es un gran día para los corruptos, los prevaricadores, los narcotraficantes, los dictadores, los terroristas y los verdugos. Estarán partiéndose de risa tras ver cómo se elimina a uno que, con fortuna o no, les persiguió. Se gozarán contemplando cómo le matan en vida, porque, fuese estrella, soberbio o nada de eso, quitarle el oficio al que se dedicó en cuerpo y alma es casi peor que darle un testarazo definitivo en la cabeza.
Feroz mutilación quitarle aquéllo, feroz y adornada de insultos en un intento, seguramente conseguido en parte, y pese a la poderosa naturaleza del humillado, de humillar. Sazonada, en una burla inaceptable, con la supuesta lamentación al verse obligados a condenar a la nada a un compañero.

No tengo gana de extenderme. ¡Es todo tan doloroso y tan evidente!
Sólo quiero despejar una duda: ¿podrá ejercer esos once años que le restan hasta la jubilación fuera de esta bendita nación?
Ojalá sea así. Más de un país, agradecido por sus osadías, no dejaría de acogerle de buen grado. Vuelven los tiempos, no sólo de la emigración de españoles como estamos ya sufriendo,  sino también, ¡qué vergüenza!, del exilio.
Machado, haz sitio en tu tumba de Colliure. Los mejores tendrán que ir partiendo (¿hacia dónde nos queda?) de esta puta mierda cuyo territorio va más allá de solamente España.