Esta vez no se ha
muerto, como Fraga.
Esta vez han acabado con
él.
Hoy es un gran día para
los corruptos, los prevaricadores, los narcotraficantes, los dictadores, los terroristas y los
verdugos. Estarán partiéndose de risa tras ver cómo se elimina a uno que, con
fortuna o no, les persiguió. Se gozarán contemplando cómo le matan en vida,
porque, fuese estrella, soberbio o nada de eso, quitarle el oficio al que se dedicó
en cuerpo y alma es casi peor que darle un testarazo definitivo en la cabeza.
Feroz mutilación
quitarle aquéllo, feroz y adornada de insultos en un intento, seguramente conseguido
en parte, y pese a la poderosa naturaleza del humillado, de humillar. Sazonada,
en una burla inaceptable, con la supuesta lamentación al verse obligados a condenar a la nada a un compañero.
No tengo gana de
extenderme. ¡Es todo tan doloroso y tan evidente!
Sólo quiero despejar una
duda: ¿podrá ejercer esos once años que le restan hasta la jubilación fuera de
esta bendita nación?
Ojalá sea así. Más de un
país, agradecido por sus osadías, no dejaría de acogerle de buen grado. Vuelven
los tiempos, no sólo de la emigración de españoles como estamos ya sufriendo, sino también, ¡qué vergüenza!, del exilio.
Machado, haz sitio en tu
tumba de Colliure. Los mejores tendrán que ir partiendo (¿hacia dónde nos
queda?) de esta puta mierda cuyo territorio va más allá de solamente España.
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