sábado, 16 de marzo de 2013

este bastante oculto


Silencio.
Me oculto aquí sin ocultarme, porque ocultarme fuera no hacéroslo llegar.
Pero silencio al fin construyo de todo lo que querría decir y que no digo.
Uno está tan sencilla y profundamente asqueado que podría empezar a maldecir a las personas que ama, incluso a las que conocéis y que no quiero presentaros bajo un disfraz injusto. Por tanto, callo y callo.
Uno, este uno que soy yo y que no es el otro, no quiere subrayar, no quiere destacar, quiere vivir por debajo de los niveles donde se vive cuando se está vivo, y desde allí, pulsar y respirar y ser al fin. Y lo mismo esto solo no quiere decir nada, aunque me gustaría pensar que sí en el fondo.
Poco os ha de decir esto de mí, de lo que pienso, de los que cerca están. Pero es así.
Este casi poema que noto que se va fraguando, espero que se encarne, no deje de ser carne, eso lo espero, porque es, al fin y al cabo, lo que quiso ser siempre, aunque el siempre suponga unos minutos.
Infinito prestado, corto, inmortal, sin tiempo, viendo que todo “sin” es la carencia.

Yo no quiero pecarme de estupendo. Y veo que, en peligro tan feo voy cayendo, que evitarlo pretendo.
Líbreme dios, lo digo con cordura, de enviarme en tal muerte sepultura, que si pensar no debo, debiera ser pensar tontuna cierta. Pero no me lo creo, y doy en el pensar acierto pleno.
Doy este verso pues, ser verso acaso, a las uñas de los que me empobrecen. Y si no lo leyeran, que no creo, elevando de mis preces, matáranme sin dudas tantas veces como aquellas en que no me entendieran.