miércoles, 6 de septiembre de 2017

funesta vuelta al cole

Casi ni se ha acabado agosto y ya estamos metidos en la mierda.
Me parece que esta vez no pasamos ni la primera evaluación. El cate del paro al final de los booms de camareros se veía venir. Esto de la subida del empleo no deja de ser un globo que se desinfla en cuanto se ve de qué van los contratos y hasta cuándo te duran. Eso para no hablar de lo que cobras.
La corrupción es una maría que todo el mundo, en particular el partido en el gobierno, parece aprobar bajo cuerda cuando se sabe que en realidad debiera suspender, como pasa en el examen de septiembre con gimnasia y similares. Todo con tal de seguir adelante y pasar al nuevo curso…
Volvemos y nos encontramos en octubre, y además en el primero de sus días, con un escalón de esos que te cambian el sistema educativo. Cada cual se esfuerza en levantar la mano para contar que se sabe la respuesta, que tiene solución al problema planteado, pero cuando se oye hablar a cada niño se queda todo en nada. Los que mandan no ven más salida que el palmetazo y la cara a la pared. Los rebeldes del nordeste, esos que equivaldrían a la feroz “liga de los sin bata” que inventara Romeu, no sólo dicen que se van, que sería una opción, sino que en el fondo no estuvieron nunca aquí, que era nada más que un error de los brutos que dibujaban los mapas: qué cosas. La oposición que se opone pero sólo regular se hace un lío con las l-ia﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽le regular se hace un lujaban los mapas.s rebeldes del nordeste, esos que equivaldr contar que con gimnasia y similareíneas que delimitan los mapas y donde empiezan y acaban las naciones y qué son. Los modernos naranjas sin zumo dicen que la eficacia no es así y se les transparenta un nacionalismo muy distinto por detrás, casi de los upyd o sin el casi, que para algo nacieron en el país pendenciero que pretenden acallar como los anteriores en euskadi. Y los otros, los que ven todo bien pero muy mal dicen que toda opción es buena aunque sea muy mala, ¡vaya lío!
Ni siquiera la dura asignatura de la sangre reciente ha sabido enseñar a quien no aprende nunca; o, por mejor decirlo, ha habido quien se ha negado a su dura enseñanza, quien ha intentado aprovechar las manchas amarillentas de la muerte para teñir sus titulares y al final se ha cubierto de esa mierda, ese pis, que es del mismo color.
Mientras tanto debemos resignarnos a vivir en ese país ideal, ese brigadoon, el paraíso que describen las teles del gobierno (más ahora en que lloramos la pérdida del oasis de la 2), en donde no sólo todo lo que se hace es tremendamente acertado y los problemas principales se resumen en que puede hacer calor o que mañana llueva, sino que por encima de todo se sabe que los héroes son siempre futbolistas aunque nos roben el dinero y se queden tan panchos y lo que se sabe siempre siempre pero siempre es quiénes son los malos, esos que como en las tiras semanales no conseguirán nunca ganar: comunistas bananeros, separatistas, enanos infiltrados (otra vez), antisistemas resentidos populistas, traidores encubiertos y deportistas extranjeros. Una cosa tremenda.

Ya ni las novedades con cachivaches de los kioskos nos sirven de consuelo.