jueves, 27 de noviembre de 2014

mariano mirando caer


¿Hay un crimen equiparable en política a la cobardía? Si acaso, la traición.
No hablo, perdí ese optimismo, de la traición no ya a los ciuda- danos en general, ni siquiera a tus propios votantes, sino de la traición más cercana, gremial, mezquina, esa que se ejerce contra los propios colaboradores.
Mariano se asoma al balcón frío de Génova recordando el día en que unas huestes de fachitas militantes se agolpaban bajo él celebrando la victoria contra el socialismo de traje o disfraz de sport. Mariano se asoma y abajo hoy sólo hay fuerzas de seguridad del estado para protegerle de los descamisados que rugen en las redes sociales con los rugidos de seda que caracterizan a los que esperan ganar y salir a su propio balcón un día de estos.
Mariano siente frío y oculta la desgastada imagen por si le viera, al pasar, cualquier hipster proveniente de Alonso Martínez, o incluso si le pudiera reconocer un papista de los del papa anterior que subiera de la plaza de Colón recordando la visita del pontífice aclamado por jóvenes sin vida y con futuro.
Mariano se inclina sobre la no balaustrada del balcón acristalado y mira los cadáveres que acaba de tirar por el mismo.
Ana Mato, espatarrada, todavía caliente su cadáver, yace abajo a la espera de la escoba que se lleva a los ministros pillados, pillados, pillados, una y otra y otra vez en falta hasta que se deciden de una vez a dimitir. Queda atrás, sin condenar, el baile del ébola y los insultos a los que intentaron erradicarlo. No todo van a ser sonrojos.
Cayó su político cuerpo sobre los huesos de un Gallardón que, por amor a las galanas, se desnudó de su piel de cordero centrista y mostró sus erizados pelánganos de lobo brazo en alto. Y que, querámoslo o no, y sin quitarle un ápice de antipatía, tuvo que irse cuando le dieron la espalda los que diseñaron el decreto antiabortista que defendió con ganas, confiando hasta la última hora en que le apoyarían los que le ensalzaron en lugar de abrirle ese mismo balcón desde donde se escapan los gases de las calefacciones junto con las pasadas y ya rancias alegrías de una victoria no tan lejana en el tiempo.
Viendo la escabechina, alguno o alguna estarán haciendo las maletas. En las maletas irán fajos sueltos, prebendas trasnochadas y las anotaciones de un número de cuenta en aquellos sitios donde las cuentas juegan las reglas de un juego en que la banca siempre gana pero ayuda a los que juegan a su vera.
Mariano suspira y recuerda. Mariano nunca se atrevió a remodelar un gabinete. Mariano prefiere que vayan cayendo del árbol los frutos podridos mientras se aferra a la rama. Sobrevive en una realidad de plasma donde la carne no se altera más que en píxeles.
Mariano es un cobarde y un traidor a los suyos, además de ser un cobarde y un traidor en general. 

martes, 11 de noviembre de 2014

demanda de divorcio


A los españoles, Cataluña (no diré nunca Catalunya porque tampoco llamo London a Londres) nos está pidiendo el divorcio. Como madrileño, me siento como contraparte directa en el proceso incoado y por eso respondo.
Cataluña de mis entretelas: por mi parte, en cuanto quieras, te será concedido. Otra cosa es que las leyes que nos gobiernan a ti y a mí, y sobre todo este gobierno fantasma cuyo jefe se esconde debajo de la mesa de la vergüenza, piensen de otro modo. Por mí, cariño, te lo digo de corazón, no hay problema. Se nos rompió el amor y eso que nunca lo usamos de un modo adecuado. Tú con tus ínfulas de ser una pequeña francia y los que seamos nosotros con ese cerrojazo de intentar imponer el cocido por encima de la escudella, aunque las diferencias sean mucho menores que las coincidencias.
Como dije alguna vez, nadie que ponga las maletas en la puerta de un domicilio debe ser forzado a volver dentro. La casa de muñecas ya pasó de siglo y debería estar superada. En las personas como en los estados.
Nora, Cataluña, si te ignoran será porque no quieran mirar.
Quiero, yo también, mira tú, que te vayas, aunque sea nada más que por el sencillo motivo de que pareces querer irte.
Y deseo que te vaya bien. Aunque te vas a llevar alguna sorpresa, como el comprobar que tu pobreza no se debe a que los andaluces no paguen lo que deben, ni tu opresión a que Madrid esté en el centro. Así que luego no tengas la osadía de pedir peras a un olmo que no sabe darlas ni las dio nunca, aunque tus gobiernos dijeran que las daban pero a otros y no a ti.
Esos que dijeron que en Andalucia no paga “ni deu, ¡¡¡ni deu!!!” y lo repitan y griten para intentar así imponer su razón, nunca tendrán razón. Lástima que con ello hayan manchado sus dos nombres de partido, uno que dice ser de esquerra y otro que alude a una república que tanto se aleja del modelo del 31 en que nació. Vergüenza izquierdista una vez más, vergüenza no sólo ajena para los que no nos avergonzamos de declararnos como izquierda.
A ver si surge el federalismo. A ver si esta España, aun sin vosotros cuando ya no estéis, llega a ser múltiple. O no. Si quieres la verdad, a mí me da lo mismo. Lo que no quiero es que la gente esté donde no quiere estar. Tampoco que chupe de los otros. Ni vosotros de nosotros ni nosotros de ustedes. Ni que ponga pretextos para su cortedad de recursos o de miras, como aquel de que el resto les coartan, cuando han sido criaturas ampliamente mimadas.
Y como retranca de un amante despechado os recuerdo que, por mucho que os empeñéis, Picasso es malagueño os guste o no.
A ver si los abogados nos favorecen y nos secundan y podemos sonreírnos dentro de muy poco. Separados y conformes.