viernes, 6 de septiembre de 2013

no recibo lo que pago por


Metidos en este asqueroso sistema del que por lo que se dice es imposible salir (y ojalá contradigamos el dicho), tendríamos que definir bien los cometidos, qué corresponde o no a cada una de las partes según la propia idiosincrasia interna que lo mantiene vivo.
El que paga es el Empleador, abona por unos bienes ante los que debe hacer responder al que los recibe, ya que el esfuerzo de pagar es una compensación al trabajo recibido.
El Empleado ha de responder con su trabajo del sueldo que recibe.
Esta claro, ¿no? Parece un axioma aceptado universalmente en nuestro bendito y bendecido Sistema.

Pues bien: Yo pago a mi ayuntamiento, no recibo dinero de él.
Pago a mi Comunidad Autónoma, no recibo dinero de ella.
Pago al Estado y por tanto al Gobierno y órganos ejecutivos, legislativos y judiciales de mi Nación.
Soy el Empleador.
Pero el que impone las normas es el Empleado.
Esto no tiene consistencia en un sistema jerárquico capitalista.

Soy el beneficiario teórico (el que paga manda) de unos servicios contratados en varios convenios, y por encima de todo uno, votado por los ciudadanos en referéndum, que se llama Constitución.

Yo tengo derecho, como todos los demás ciudadanos, a optar a un empleo digno, a disfrutar de una sanidad y una educación públicas, al derecho a la cultura y a la educación.
Yo PAGO por ello (única norma que entienden algunos: ellos) y PAGO MUCHO. ¡Peeero Muuuchoooo! A veces más de lo que puedo.
Y PAGO. No hago trampas, no desvío, no amaño.

Los contratos no se están cumpliendo.
Cuando los Empleados no responden, hay que despedirlos.
Porque los que se creen Virreyes, Monarcas o Emperadores, según la Ley no son más que Empleados.

Hagan el favor de pasarse por mi despacho, que vamos a echar unas palabritas.