La línea que va desde el orgullo a la vergüenza a la hora de votar es la que va desde que conseguimos el derecho a voto, (no regalado por los políticos como algunas formaciones y varios medios tratan de hacernos creer, sino conseguido en las calles por encima de todo y a través del esfuerzo, la decencia y la perseverancia de los ciudadanos), a estos momentos en que la participación en el plebiscito se convierte en un dolor y una prueba para la conciencia.
Hasta el domingo pasado, famoso dia 15, que no sólo fue San Isidro, la campaña electoral resultaba disuasoria. Si querías o al menos dudabas votar, era mejor no ver ese espectáculo deplorable. A partir del domingo, ya se ha convertido en completamente patética, aunque sea por comparación entre lo que se ve en Sol y se ve en esos mítines. Por no hablar de sus intentos desesperados por hacerse los comprensivos, cuando no por pescar peces tontos en aguas revueltas.
Ya dije que el domingo 22 votaré y que me da vergüenza hacerlo, pero quiero compartir por qué lo haré. Tal vez coincidiendo con la última vez que vote a un partido en lugar de hacerlo en blanco, aunque eso, como digo a continuación, en el momento actual no tiene ninguna utilidad, ni siquiera testimonial.
F.S |
Es una lástima votar a un partido, como haré, porque puede influir en la política, pero además porque sé que no va a poder gobernar en ningún caso.
No me abstengo porque la abstención nunca me ha parecido un testimonio de nada y porque con la supercanalla Ley D’Hont sólo favorezco al partido más votado.
Votar en blanco es testimonial, pero no se traduce en escaños ni en nada parecido, con lo que el tanto por ciento, que además es muy escaso (si la gente con inquietud que se abstiene votara en blanco el lugar de identificarse con el vago que no quiere moverse de su casa, si el porcentaje fuera muy significativo, lo mismo daba qué pensar, pero yo no soy quien para aconsejar nada a nadie, claro) por eso, al menos esta vez, no lo hago.
Y otra cosa que da vergüenza, desde siempre, esto no es nuevo, es votar como si fuera realmente democrática y significativa nueva ley electoral (¿os suena eso de “un hombre, un voto”?).
Si los votos fueran proporcionales y se prohibiera el invento bipartidista D’Hont.
Si los votos en blancos se tradujeran en escaños vacíos.
Si las listas fueran abiertas.
Si todos los que pierden las elecciones tuvieran la vergüenza de ocupar su puesto grande o pequeño en la oposición en lugar de irse a otro puesto más conveniente que les proporcione su partido cuando ya se aburren o les parece poco.
Si estuviera prohibido que personas cuestionadas por la ley tengan el desparpajo de representar electores en un sistema llamado democrático…
Si todo esto pasara, pese a que los partidos lucharan por el poder más que por otra cosa, porque eso ya es más difícil de cambiar… a lo mejor me daba mucha menos vergüenza votar.
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