martes, 31 de mayo de 2011

spanischen pepinen

F.S.
La crisis del pepino –nombre ridículo donde los haya, y aun así existente-, nos revela unas cuantas cositas. Eso de la hermosa armonía de estrellicas sobre fondo azul en donde todos los países eran iguales y volverían a ser hermanos –que conste que el simpático Miguel Ríos no tiene ninguna culpa en que se haya abusado de su optimista “himno de la alegría”, o el de Beethoven (pero como era sordo y está muerto no creo que se haya enterado, y si por esas cosas del otro mundo se ha enterado, no creo que le importe)-, se ha quedado en un “vamos a ver, usted quién se ha creído con eso de ser todos iguales”.

Me estoy empezando a enfadar, no por pepino más o menos sino por la engañifa, que ya está bien de pensar que somos tontos.

Ahora que, felizmente, el movimiento 15-M se europeíza, se hermana, se difunde… ¿podría empezar a plantearse que los países europeos o jugamos en régimen de igualdad o habrá que romper la baraja, o tirarla y comprarse una de Heraclio Fournier?

sábado, 28 de mayo de 2011

la palabra más hermosa

Mi papá me llevaba de pequeño al Bernabéu (¿te acuerdas, Sonsoles?... para quien no lo sepa es mi hermana, no la sra. Zapatero), pocas veces porque siempre me aburría; iba con su petaca de Fundador y sus múltiples paquetes de bisonte, su ilusión por ganar y por que a mí me gustara. No lo consiguió entonces, siempre nos íbamos antes de acabar. Luego me fui convenciendo por mí mismo de que el fútbol iba más allá del panem et circensis. Una novia que he tenido hasta hace muy muy poco me enseñó a amarlo. ¡Hola!

Me alegro, porque cuando hace unos minutos he visto que los culés triunfantes (y se lo merecen por ser ahora mismo el mejor equipo de Europa, y perdona, papá, desde el otro mundo, pero lo son) y sus seguidores iban a celebrarlo al Arc de Triunf por RESPETO (la palabra más hermosa del mundo) hacia los acampados, me han dado ganas de llorar. Qué queréis, uno piensa que si no hay sentimiento en la revolución la revolución es estalinista y decepcionante. Décadas, más décadas, que parecen imposibles de perturbar, de Canaletas, fuente pequeña pero matona. Y hoy: ¡al Arc de Triunf! Sois tan señores y señoras como el guaperas de vuestro entrenador, tan distinto al portugués de el de papá (creo que a él tampoco le gustaría) y al mejor futbolista del mundo: un señor bajito argentino y educado.

No me extiendo. Sólo digo: gracias por el detalle.
¡Y enhorabuena!
¡Oééééeeee, oéééeeeee, oéeeeee,oééééeee! Y visca.

no al reloj de gobernación

Mientras escribo esto, todavía no se ha producido el desalojo de la Puerta de Sol. Puede que ese todavía sea un rasgo incurable de pesimismo, pero visto lo visto esta mañana en Plaça Catalunya, y que tras contemplar esas imágenes Comunidad, Ayuntamiento y Patronal redoblen sus esfuerzos para presionar a Interior al desalojo (supongo que con “todos los medios a su alcance”), no es como para creer en los milagros. Ni en los milagros ni siquiera en la buena voluntad de cierta gente. Al menos no lo ponen fácil.

F.S.

Lo opuesto de los comportamientos, ha sido no sólo significativo, sino definitorio.
Por un lado, el valor necesario como para aguantar que te rompan los brazos, el bazo y la cabeza a hostias sin intentar devolver una patada en los cojones -reacción que el organismo, que no sabe de política, debe estar reclamando insistentemente-, no sólo define una voluntad, define el ansia de una nueva forma de entendernos y la seguridad en que es el medio de lograr lo que se quiere. No son ideas, son formas de vivir. Ni más ni menos. Quien no quiera entenderlo todavía, que  no lo entienda.
Ver por el lado opuesto la saña canina que algunos efectivos (¡se entiende por qué los llaman efectivos!) han liberado, espoleados por amos enfurruñados porque unos vagabundos tan carentes del sentido de la realidad les manchan las alfombras oficiales, y poniendo tal placer en su labor que no parecía un cumplimiento desagradable de órdenes recibidas, son un exponente más de las ganas que ciertos elementos, no sólo ellos, tenían ya desde hace muchos días de dar una lección a esa panda de guarros que a saber para que aprovecharían las acampadas nocturnas.

Tengo miedo de lo que suceda. Me refiero al desalojo. No tengo ya miedo a que esto sea un movimiento pasajero, ni que vayamos a dejar de apoyar. La fuerza de la convicción y esa férrea voluntad de resistirse a usar la fuerza física contra la fuerza bruta. No es que yo sea creyente, pero lo destructivo es el ojo por ojo mientras que el poner la otra mejilla, dos riñones, el cráneo, el antebrazo, el culo y lo demás, siempre demostró mucha más potencia y acabó cambiando más cosas a la larga.

El reloj de la Puerta del Sol era conocido como Reloj de Gobernación, porque el edificio era su sede. Ahí estaba la DGS (Dirección General de Seguridad) y en sus sótanos y sus calabozos se cometieron en momentos peores que estos atrocidades sin cuento.
Hoy es sede de la Comunidad de Madrid. Una mente más enferma que la mía, podría imaginar que tras de sus ventanas, si llega a contemplar el desalojo violento que desea, alguna persona, poseída por los fantasmas del pasado del edificio, podría tararear con alegría el lema “Esto es democracia y no lo de sol”… ¡Pero no, por Dios, me arrepiento sólo de pensar que alguien así exista! ¡Alguien que pueda disfrutar con eso! No, no, señor, por favor, qué mente tan retorcida… ¡eso es imposible! ¡Perdón si alguien se da por aludido!

jueves, 26 de mayo de 2011

y ahora...

Una antigua canción francesa titulada “Et maintenant…” (o sea: “Y ahora…”, cantado por ejemplo por Gilbert Becaud, para quien tenga memoria elefantiaca), seguía tras ese enunciado letrista con un musical “prorrompompón, poropopom” tamboril que acojonaba lo suyo. Muy listos, estos gabachos, con eso del momento de cuando algo se ha cumplido, hay que continuar y uno se pregunta “¡aymadreypordónde?"


Sol. Puerta del Sol, digo. Incondicional. No seré yo quien critique ideas con las que no coincido al 100% porque coincido con su espíritu al 100%. ¿A qué vienen los tantos por cientos? A que creo que es torpe por su parte quedarse al menos hasta el domingo, pero una vez anunciado no deben echarse atrás porque eso sería más torpe aún. Vale, pertenezco al mundo viejuno (relativamente, que conste) y, a lo mejor, o a lo peor, por eso soy más cauto, o más acorazado, con más concha que algún galapaguito (esto, de paso, resulta un pelo triste, Federico) o un tanto perro viejo (que eso sí que mola, como me enseño Mayorga: guiño personal).

Pero vamos, para hablar en cristiano (perdón por el resto de fés, que respeto –¿?-),es muy difícil saber cómo seguir. Porque tantos miles, y todos lo sabéis, no éramos parte de una campaña electoral. No éramos un pataleo. No fuimos una fiesta primaveral. Nuestro interés fue llegar para quedarnos. Y hay que quedarse. ¿Se puede discutir el cómo? Con estos tipos/as se ve que claro que sí, faltaría más, por eso opino.

Como actor y escritor, perdón por la propaganda, me pongo en la piel del enemigo: Sé que desean dos cosas, uno u otra. Una de ellas va por el lado de la disolución tristona, de la realidad ante las ilusiones perdidas, de la minoría cada vez más minoritaria. Esta sería la disolución dulce, y si yo fuera un moderado me encantaría. Gallardón (que no es un moderado, no, ¡cuidado con el señorito!), o incluso algunos sociatas, como el educado Bono, desearían ver cómo los malabares, visto por su óptica, no eran capaces de acabar con el sistema (qué lástima, todos fuimos heridos en Rodilla Herida). Si fuera un poco más facha, como gente que todos conocemos (¿ah, no?) quisiera que esto, por cabreo, degenerara en un movimiento ni siquiera terrorista, sino sólo destructivo-impotente, al modo “cojo manteca” (hola, carrozas) o rompecosas de cualquier pelaje. Espero que la indignación ante la actualidad no haya dado por pensar a nadie en los doce monos, que encima es una peli reguleras. Porque eso sería el mayor triunfo de los que guardan un garrote detrás de la gaviota, porque las gaviotas, y todos deberíamos saberlo, nunca han olido bien. Comen fatal y tienen unos garrotes detrás de la sonrisa de sadismo reprimido que se les nota, al menos para los que no somos tontos, en cuanto se descuidan un poco; ni siquiera mucho, basta con un poquito.

Bueno, y a todo esto, ¿qué digo yo al “et maintenant”? Vaya, esto sí es una papeleta y no las elecciones, que con tantos millones de votantes…
Han convocado a una asamblea de barrio en mi barrio para el domingo. En un sitio que lo que más recuerda es a una verbena. De hecho, ahí se hacen las verbenas. Domingo a las 12. O el mercadillo o la concentración. No me parece lo normal. Iré, pero los domingos se agotarán con el buen tiempo. Y si no, al tiempo.
¿No sería mejor que “algo pasara cada vez que pase algo”? El subrayado es mío, lo siento.
¿No estamos conectados por unas redes que nos ha hecho unirnos? ¿No debemos buscar la cobertura informativa para no morir? (vamos, no seais puretas, no nos hubiéramos reunido tantos y tan diversos la noche del sábado al domingo si las teles y los medios, por silbados que fueran, no hubieran difundido el mensaje, aunque sus intereses no sean los nuestros). ¿No habrá que organizar algo cada vez que algo, sea un decreto, una decisión, una ley, una resolución, piquen contra lo que se pretende? Da igual que a veces fueran 500 y otras 15.000. No importa que fuera ante un banco o ante un ministerio o una administración territorial. Lo importante sería que cada vez que hubiera algo que atentara contra todo lo que hemos hablado, estuviéramos ahí. Un día, dos, una semana, lo necesario, justo lo necesario y nunca más cada vez… Para poder volver con idéntica fuerza.
La estrategia de la mosca cojonera, y que nunca se sabe cuántos moscardones reunirá. Pero es seguro que estará ahí.
Que lo sepan. Que moleste. Y que la gente no olvide.
En Excalibur, Merlín decía la frase determinante. “La perdición del hombre es el olvido”. No hay que dejar que se olvide, que se sentimentalice o que se muera. Nunca.

lunes, 23 de mayo de 2011

acato: ni felicito ni lloriqueo


Acato. No digo acato por obligación, sino porque aunque la democracia real no exista, como hemos debatido en estos días, por ahora me atengo a lo existente. Acato, pues, conscientemente. Voluntariamente, y no sólo por obligación. Intento olvidar que Hitler ganó unas elecciones democráticas por goleada.


No felicito. Ni a los ganadores ni a sus votantes. No felicito a gente que triunfa con esos principios ni a los votantes que les miran desde abajo pensando que tal vez podrían llegar a ser parecidos a sus votados. Me recuerdan a buitres votados por hamsters que no paran, nerviosos, de girar en su rueda por si la productividad se basa en eso, intentando dejar atrás a otros cuya rueda es tan inmóvil como la suya propia. Iba a decir “pobrecillos”, pero no quiero mentir, y no me dan ninguna lástima. Que sigan fracasando un mandato tras otro como auténticos yanquis hiperproductivos.

Ni os voy a llorar, socialistas, o mejor dicho dirigentes del PSOE que habéis denigrado ese adjetivo. La peña ha tenido una paciencia que yayá. Desde hace treinta años se os notó la vergüenza de clase e intentasteis socializarla: la nouvelle cousine era más importante que el hambre en el mundo, la estética molaba más que la salud, la riqueza, la prosperidad y el glamour eran la única moneda de cambio. Querer quitar a la derecha los valores de la derecha, tiene un precio, aunque sea a través del PAISoe Estilo y en papel couché sin reciclar. Y ahora va y resulta que un presidente de gobierno suelta lágrimas de agradecimiento cuando la Káiser que domina Europa le da palmaditas en la cabeza y le dice que ha hecho bien en adoptar los mandatos de la derecha.
La cosa no daba para más. Ya se ha visto.
Para evitar la vergüenza futura, id quitando dos letras de las cuatro. La S de socialista es indignante, pero la O de obrero es una risa. Partido Español no suena tan mal. Pensadlo.

Y en esta noche triste, sin que yo vaya a ser precisamente Moztezuma, sólo puedo recordar esta semana pasada, pensar que la historia no ha acabado, y que lo mismo puedo hablar con gente sin tener que ruborizarme.

Si estáis jodíos, os mando un beso. Me gustaría que fuera en directo, pero la democracia no da para tanto y lo mismo tampoco os apetecería mucho.

Buenas noches, que la noche siempre tiene algo bueno, y pensad que a fin de cuentas seguimos más o menos igual. ¡Qué horrooooor!

Hasta pronto. 

domingo, 22 de mayo de 2011

jornada de refracción, por favor


A estas horas, en sus cunitas, los políticos dormirán soñando qué les van a traer los reyes magos. Como los habitantes de Villar del Río en Bienvenido Mr. Marshall en víspera de la llegada de los generosos americanos, curvarán la sonrisa o murmurarán en sueños imaginando qué les depararán la fortuna y el amabilísimo votante.

¡Qué dura ha debido ser la jornada de reflexión! ¡Qué costoso el esfuerzo de no querer pensar, de no ver en la tele a los de Sol recordando lo que en un tiempo remoto se les pasó por la cabeza, a unos sí y a otros no! ¡Cuánto han debido acariciar el corbatín antes de quitárselo para ponerse el pijama, con qué avidez habrán buscado el último beneplácito, la complicidad, de la esposa o el marido!

¿Tendrán pesadillas en que acampan, o dulces sueños en que sus manos acarician el dulce escaño antes de que se asiente en él el culete ansioso de ocuparlo?
La palabra reflexión me trae a la memoria su hermana de los tiempos del cole: refracción.
Había que adivinar la diferencia, y todos deseábamos que la pregunta saliera en los exámenes porque era facilita: la reflexión creaba un reflejo del rayo luminoso, la refracción, al entrar en otro medio el destellito de luz, cambiaba de trayectoria.



¡Cambiar de trayectoria!
Tras esta agitada semana última, ojalá algunos, aunque sean pocos, hayan tenido la tentación de que la reflexión valiera para algo y se convirtiera, por fin, al menos un poquito, en refracción.

Soy un iluso al que acabará matando la esperanza.


viernes, 20 de mayo de 2011

del orgullo a la vergüenza


La línea que va desde el orgullo a la vergüenza a la hora de votar es la que va desde que conseguimos el derecho a voto, (no regalado por los políticos como algunas formaciones y varios medios tratan de hacernos creer, sino conseguido en las calles por encima de todo y a través del esfuerzo, la decencia y la perseverancia de los ciudadanos), a estos momentos en que la participación en el plebiscito se convierte en un dolor y una prueba para la conciencia.

Hasta el domingo pasado, famoso dia 15, que no sólo fue San Isidro, la campaña electoral resultaba disuasoria. Si querías o al menos dudabas votar, era mejor no ver ese espectáculo deplorable. A partir del domingo, ya se ha convertido en completamente patética, aunque sea por comparación entre lo que se ve en Sol y se ve en esos mítines. Por no hablar de sus intentos desesperados por hacerse los comprensivos, cuando no por pescar peces tontos en aguas revueltas.

Ya dije que el domingo 22 votaré y que me da vergüenza hacerlo, pero quiero compartir por qué lo haré. Tal vez coincidiendo con la última vez que vote a un partido en lugar de hacerlo en blanco, aunque eso, como digo a continuación, en el momento actual no tiene ninguna utilidad, ni siquiera testimonial.


F.S

Es una lástima votar a un partido, como haré, porque puede influir en la política, pero además porque sé que no va a poder gobernar en ningún caso.
No me abstengo porque la abstención nunca me ha parecido un testimonio de nada y porque con la supercanalla Ley D’Hont sólo favorezco al partido más votado.
Votar en blanco es testimonial, pero no se traduce en escaños ni en nada parecido, con lo que el tanto por ciento, que además es muy escaso (si la gente con inquietud que se abstiene votara en blanco el lugar de identificarse con el vago que no quiere moverse de su casa, si el porcentaje fuera muy significativo, lo mismo daba qué pensar, pero yo no soy quien para aconsejar nada a nadie, claro) por eso, al menos esta vez, no lo hago.

Y otra cosa que da vergüenza, desde siempre, esto no es nuevo, es votar como si fuera realmente democrática y significativa nueva ley electoral (¿os suena eso de “un hombre, un voto”?).

Si los votos fueran proporcionales y se prohibiera el invento bipartidista D’Hont.
Si los votos en blancos se tradujeran en escaños vacíos.
Si las listas fueran abiertas.
Si todos los que pierden las elecciones tuvieran la vergüenza de ocupar su puesto grande o pequeño en la oposición en lugar de irse a otro puesto más conveniente que les proporcione su partido cuando ya se aburren o les parece poco.
Si estuviera prohibido que personas cuestionadas por la ley tengan el desparpajo de representar electores en un sistema llamado democrático…

Si todo esto pasara, pese a que los partidos lucharan por el poder más que por otra cosa, porque eso ya es más difícil de cambiar… a lo mejor me daba mucha menos vergüenza votar.

jueves, 19 de mayo de 2011

a pleno sol



Cuando dieron las 8 en el reloj de la Puerta de Sol, se celebró como si estuviera empezando un año. Era la hora, éramos miles, habíamos desobedecido a la Junta Electoral y al parecer no iban a matarnos.
A eso de las 20:30 han desplegado una pancarta igual de aclamada, y con razón: “NO SOMOS ANTISISTEMA, EL SISTEMA ES ANTINOSOTROS. No saben cómo callarnos”. Ojalá esto callara alguna de las idioteces manipuladoras que circulan por ahí y que cada vez se sostienen con más dificultad.
Una de ellas: eso de la “protesta joven”, dicho en el ñoño sentido de “cosas de chicooos para chicoooos”, como el “carnet joven”, el “abono joven”, la “planta juvenil” o la “hora joven”. En fin, la primavera altera hormonas incontroladas. La rebeldía es comprensible en el mes de mayo.

 Así que, cuando me encaminé a la Puerta del Sol, yo que no soy preci-
samente un muchacho, temía parecer algo así como la abuela rockera de la era Tierno y tener que limitarme a dar dos palmaditas por lo bajo sin alzar la voz para no hacer el ridículo. ¿Me aceptarían los perriflautas? ¿Me ocuparían los okupas? ¿Me mearían los anarcos?

Cuando llegué, mientras seguían llegando otros muchos, millares realmente, miré a ver si me había equivocado de plaza, porque lo que veía a mi alrededor eran ciudadanos, ciudadanos como esos que van por la calle y que ves en el metro, de aspectos y edades diversas. Claro que había mucha gente (por fortuna) de esa amplia franja que llaman joven aquéllos que no parecen haberlo sido nunca y que abarca desde los 18 hasta los 40. Pero la franja siguiente se prolongaba generosamente, y no pude sentirme solo en absoluto. Ni con los de mi edad ni con los de otras, porque eso de los estratos generacionales es sólo un modo astuto de separar a la gente.

Otra falacia que se oye mucho en los debates: “en una democracia los ciudadanos deben expresarse por medio de su voto en las urnas”. ¿Solamente? ¡Pues estamos listos! El resto del tiempo, vegetamos, y cuando llega el feliz día nos enfrentamos a un sistema electoral de una injusticia y un egoísmo ilimitado. Y a callar. Por cierto, falacia siguiente: “Es un movimiento abstencionista”. Es muy raro ser abstencionista, que también es un derecho, y a la vez solicitar una reforma de la ley electoral.

¡Ah, pero no, no, no voy a caer en esa trampa en que les quieren hacer caer otros!: “Oh, sí, les comprendo, la situación es difícil, la gente está descontenta, es lógico criticar, pero: ¿cuál es su propuesta, cuál su alternativa?”.
No es eso, no. Eso sería pretender que cualquier movimiento se convierta en un partido, que se cumpla el modelo que ellos siguen, cuando lo que se pretende, precisamente, es “romper con el modelo”. No con la sociedad, no con la democracia, sí con el modelo. Levantarse contra la odiosa expresión “las cosas son así y no pueden cambiarse”

Se está intentando decir que es mentira lo que nos llevan inculcando tantos años, sobre todo desde que cayó, afortunadamente, el jodío muro: “Un modelo demostró su fracaso. El que queda, el sistema capitalista liberal, es el único modelo posible”.
Igual que se dice que el mayor triunfo del Diablo es convencernos de que no existe, lo más eficaz para que nada cambie y los privilegios se mantengan es hacer creer que cualquier alternativa es imposible, “utópica”, “romántica”, “ilusa”… adjetivos más descalificadores que peyorativos, porque saben que el miedo al ridículo mata más que la represión. Como si no sólo es que no haya alternativa, sino que es particularmente grotesco buscarla.
Se puede “mejorar lo malo”, pero no se pueden cambiar “cuestiones básicas”, dicen. “No sean inocentes -repiten-, no busquen alternativa al modelo porque no la hay ni se puede encontrar, ¿tan mal está este?”
La respuesta es que este no vale, y a lo largo de la historia cuando un sistema no ha funcionado se ha trabajado hasta inventar otro. ¿Ya se ha secado la inteligencia y el ingenio humano? ¿No se puede empezar rechazando pacíficamente lo que funciona?

Algo más, que da para pensar: el inmenso asombro de la llamada clase política, buen número de periodistas y otros colectivos ante esta manifestación de descontento.
¿Suponían que el silencio significaba que todo estaba bien, que estábamos bien?
La lástima es que lamenten que hablemos, que no les guste lo que les decimos, o peor, que en la mayoría de los casos, que no les interese más que para su propio beneficio. Vamos, que no parece que quisieran enterarse. Es una pena. Y no es un decir ni una gracia: a mí me da pena.

Y por si esto da pena, acabo con algo que da más pena aún: ¡creo que el domingo iré a votar!, así que escribo otra entrada dentro de nada en este blog para compartir con vosotros mi vergüenza.
Vale.

viernes, 13 de mayo de 2011

casillas confesionales


Llegan los felices tiempos de la obligación impositiva. Sufriremos desde aquí hasta finales de junio, o sufriremos, como ya estamos acostumbrados, un poco cada día sin importar las fechas. Conste, y vaya por delante, que cumplo mi obligación con los impuestos. Creo en el sistema impositivo aunque a veces pueda ser crítico con a qué se destina mi dinero, o el dinero en general dado que el mío no da precisamente para cambiar el mundo ni desterrar lo pobreza. Estoy a favor, pero eso no quiere decir que no suponga una putada, y más para economías tan aleatorias, casi cuánticas, de todos aquellos que no tenemos un trabajo fijo. Aunque, ¿quién puede decir ya que el suyo es “fijo”?

El caso es que yo no iba a eso, que con pagar y no querer pensar mucho sobre lo que hacen con mi dinero, ya me vale, sino a esa cosa que hacemos, y volveremos a hacer los simpáticos contribuyentes laicos al marcar la casilla de “bienes sociales” en lugar de “apoyo a la iglesia católica” con tal de no dejar el apartado sin cumplir. Y ahora me vienen con lo que siempre he sospechado (esto de ser intuitivo, cuando se constata con datos objetivos, es una jodía maldición, ¿qué no?), referente a que la casilla social viene a ser un medio distinto de aportar dinero a la iglesia realmente católica, esta vez por medio de sus instituciones de caridad. Sí, de caridad, no me miréis mal, la misma caridad que ejercemos los que pagamos cuotas a nuestras ONGs de confianza, ¿o se puede llamar de otra manera? Y bendita caridad la que permite a un niño o un adulto llegar hasta mañana, ver curadas sus infecciones ya descatalogadas en el primer mundo o no morir directamente de hambre (al menos no hoy), porque hay veces que la caridad es inmediata y la justicia tarda demasiado, o no llega a producirse nunca. Pero como triste, es triste.

En fin, que me enrollo, y que iba a eso de la casilla de la iglesia en el sentido específico (perdón, no cualquier iglesia ni confesión, sino específicamente la Iglesia Católica).


En una época de crisis, la fe de algunos y el negocio de varios nos cuesta a los españolitos al año unos 10.000 MILLONES de euros. Una filfa. ¿Fuentes? Por ejemplo el diario Público de esta misma semana, no es un invento ni una suposición, como no lo es que quien marca la casilla “social” está pagando los dispendios caritativos, que bienvenidos sean, de la Iglesia Católica y ningún otro. No es extraño que la campaña eclesial publicitaria indique que marques ambas casillas. De todos modos, marques lo que marques, todo irá para ellos.

Ellos están exentos de ciertos impuestos sobre patrimonio, y además reciben ayudas para su conservación. Tienen asegurada una cobertura sobre ciertos centros educativos y sobre ciertos centros sanitarios.
La Constitución, que tantos sacrificios nos costó, que tanta solidaridad y capacidad de olvido pidió, petición que fue contestada con una generosidad nunca suficientemente apreciada por parte de los “amnésicos” voluntarios en aras del bien común, habla de un estado no confesional, que es por tanto un estado laico. ¿A qué viene ese apoyo que ni la UE entiende que se siga manteniendo? ¿Por qué lo ha sustentado un gobierno que sólo ha recibido a cambio animadversión, movilizaciones en contra y hostilidad? (habrá que hablar un día sobre la tremenda incongruencia de ciertas actitudes de los gobiernos de algo así como “izquierdas”).

Se puede ser más o menos benevolente, más o menos consentidor incluso, pero con un par de dedos de frente, que no es mucho pedir, no podemos por menos que pensar que estos privilegios suponen un agravio comparativo. Comparativo, para empezar, con las otras confesiones que tienen tanto derecho a existir como la católica, y después para los que pasamos por no pertenecer a ninguna religión instituida jerárquicamente porque no creemos en tal organización jerárquica o porque no nos da la gana, que a todo ello tenemos derecho como ciudadanos de un estado no confesional. No lo es, pero sólo en la letra, como se puede ver.

¿A qué viene esa casilla referente a la “Iglesia Católica”? Dicen, y es cierto, que España es un país tradicionalmente católico. Si hablamos de tradiciones, ¿por qué no la casilla para el mantenimiento del cante flamenco’, ¿o de la supervivencia de la tuna?, ¿o del toreo?, ¿o del bolillo?, ¿o del cocido madrileño o la escudella catalana?, ¿o la zarzuela, sea lírica o bien de pescado? ¡Vamos, hombre! Y además, si te da por no marcar casilla, te integran sí o sí diciendo que presuponen que prefieres la de fines sociales. ¿Y quien no prefiera ni una ni otra? ¿Y quien quiera consagrar sus sagrados porcentajes impositivos al Atlético, al Racing o al Numancia, aunque esté en segunda? Lo de la casilla católica me parece que debe sonarles a los socios de otras confesiones como si un socio del Villarreal viera que hay una casilla para el mantenimiento del Valencia, el Real Madrid o el Barcelona, pero no para su club. A ver si somos un poco serios, a ver si la parte que ha de asignar el estado a fines sociales no depende de una casilla, sino de la justa distribución, que no haría falta ni decirlo sino aplicarlo, y a ver si nos dejamos de mojigangas. Que los católicos (que lo parezca o no, merecen todo mi respeto) se paguen su curia, sus instituciones y su patrimonio, y dejen de arruinar al resto de un país bastante arruinado, que nunca dejó de ser España, que ya bastante es pese a que a partir de los 80’s nos vendieran la moto de que éramos más de lo que éramos y nos pusieran en la situación bastante ridícula de hacer de nuevos ricos sin dinero, y no nos sangren más mientras critican cualquier avance social que no tenga que ver (en sus prebostes, que no en todos sus feligreses y menos aún en sus misioneros) con todo lo que suene a momia inmovilista, beatos improvisados y siempre del mismo bando, rechazo a la realidad del tercer mundo e inversiones millonarias en el primero.

Al César lo que es del César, a Dios lo que es de Dios, y al Papa y sus ministros lo que le paguen sus socios y nadie, nadie, nadie más. Que ya está bien.    

viernes, 6 de mayo de 2011

la dependencia del poder judicial: ¡traed más metadona!


El Constitucional ha decidido que Bildu no es necesariamente el Vil Du, o al menos ha decidido arriesgar. No creo que le importe a nadie, y menos al Poder Judicial en su conjunto, pero yo me alegro. No por exaltación nacionalista, que a mí eso del nacionalismo siempre me ha resultado algo cateto, aunque con las nacionalidades, regiones, autonomías, territorios o como se les quiera llamar, siempre me ha pasado como con amigos o relaciones: si no quiere estar cerca, mejor irse y quedarnos tan contentos, o al menos no estar a la greña bajo el mismo techo. Pero bueno, por lo que me alegro es porque, en mi humilde entender tan poco leguleyo, esa Ley de Partidos que inventaron ponía como condición para presentar listas electorales el rechazo y condena de la violencia, y eso, si no me han engañado, estaba ya hecho. 
Por cierto, como cosita aparte, un pequeño detalle: a ver cuándo piden a todas esas pléyades falangistas y ultraderechistas que presentan sus papeletas que condenen la violencia que tienen pendiente, que rectifiquen sus mensajes, que pidan disculpas por sus burradas pasadas y no pagadas y presentes, que dejen de hacer barrabasadas en cuanto se les presenta la ocasión..., o que se inviten a algo... qué sé yo, algún detalle, ¿no?

Pero vamos con los jueces (¡menos mal que es un decir!). Todo este asunto lo que me trae una vez más a la hirviente e inútil perola es todo eso de las quinielas y los porcentajes: "la cosa se pone fea porque hay tantos y tantos progresistas y tantos y tantos conservadores" ó "está tirado, hay x conservadores y x progresistas". Así pasa lo que pasa, que depende de si en el Supremo o el Constitucional está nosequién o nosecuántos que es de tal y tal tendencia. ¡Pobre Montesquieu, con lo que le gustaba a él eso de los tres poderes y su separación e independencia irrevocable! Él basaba en eso la verdadera estructura democrática. Da que pensar un poquito sobre qué es o no una democracia (y no me vengan con lo de que las dictaduras son peores y lo de los males conocidos, que eso ya me lo sé y es una tontada, un lugar común y una salida de pata de banco).

Ejecutivo. Legislativo. Judicial. Si uno se da cuenta, el ciudadano sólo escoge de pascuas a ramos y entre un surtido poco estimulante a los del poder legislativo, no a los del ejecutivo como nos hacen creer a veces cuando no nos dan tiempo a pensar. A los del judicial, ni te cuento, y me parece bien.

Unos tienen que hacer las leyes, los del legislativo, que digo yo que para eso se llamará así; los jueces no, a, los jueces, precisamente por ley, se las dan hechas, así que o que las apliquen o que dimitan (como tendrían que haber hecho durante el regimen nazi, el franquista y unos cuantos más). Si deciden quedarse, que apenquen con el guión. Que se tiren de los pelos en su casa o hagan lo que les pete con sus muebles en privado si deciden quemarlos en caso de tener que seguir la letra de una ley que no les gusta, en vez de la que les hubiera gustado hacer, porque ni pueden ni deben. Que tampoco intenten hacerlas ni reformarlas cuando las aplican, que con lo de "una cosa es el espíritu y otra cosa es la letra" hacen de su capa un sayo, se tragan la independencia, se acomodan en lo que le depende de las narices y se erigen en dueños del mundo. 

Hombre, ya sé que eso de ser juez debe impresionar lo suyo. Cuando uno se mira al espejo y se dice por las mañanas "Yo soy juez", se debe quedar nuevo. Pero mejor que bajen a la tierra, no a la prometida sino a esta, y dejen de pretender mandar. Que también debe impresionar ser médico y ninguno te dice: "cuando me cuente sus ideas políticas, le respondo cómo interpreto esta radiografía y a ver qué le receto". 

No, hombre, no. Me está pareciendo que ni la metadona puede con semejante dependencia.     

martes, 3 de mayo de 2011

los maripilis de la tierra

Ahora va y resulta que estamos en el medievo. Yo creía que andábamos por el despotismo ilustrado, eso de todo para el pueblo pero sin el pueblo, ya que no hay clases pero existe lo que se llama incluso en los medios eso que se define a sí misma, y ya hay cojones, como la "clase política". Pero no.

Pongo la tele, con lo poco medieval que parece, y veo los desposorios de la princesa plebeya prometida. Eso no importa, puede aplicarse a cualquier momento. Lo malo es que ocupe tanto tiempo/espacio. Pero en fin, con apagar el aparato para evitar destrozarlo..., hecho. Aunque el novio vaya vestido de tío colonial aunque nunca fuese el hombre que pudo reinar (que vaya usté a saber).

Luego resulta que un prestigioso pontífice curó a una monja y después le hicieron un análisis de sangre y se guardaron la ampolla, sin difundir cómo iban ni el azúcar ni el colesterol, y "zas y aparezco a tu lado", digo no, digo que ya es beato, que debe ser una cosa impresionante, y de ahí a la santidad en un par de saltos. Y resulta que tenemos un angelote polaco, aunque escribiera teatro tan mal, aunque Tadeusz Kantor le hubiera vuelto la espalda, y no te digo nada Grotowski por católico y mártir que fuera, pero la Iglesia no, nada de eso, que a la Iglesia estas cosas le reportan un beneficio extra ¡como si cobraran poco! ("¡y empezaron con un pesebre!", que diría Gila).

Y encima van los GAL yanquis, o el Chiknorris, o el Vandán, o el Suasenéguer, o quien sea, y nos trae la noticia del deceso del malvado Saladino. Tierra Santa, vengada de golpe. Terrorismo de estado por un tubo y lágrimas sin cuento con música de pianito de yamaha al fondo. ¡La vida es bella! Y Espe, aunque supone que los moretes terroristas no tuvieron nada, pero nada, que ver con lo que pasó en Madrid, aúna las victorias contra Napoleón y contra el Infiel y, chulapona ella como una isabelita de Valle, se nos va, casi seguro, a los toros.

Pasan, no los días, sino los siglos, para esto.