Salimos a las calles, para nuestro propio asombro, hace un mes.
El aniversario debería haber sido más alegre y esperanzado, pero con un eclipse de luna a la vuelta de la esquina te puedes esperar cualquier cosa.
Como estábamos hartos de que en una democracia la participación ciudadana se limitara a tragar con los mandatos de donde sea que quisieran venir, callarse la boca y meter un sobre cada tantos años por la ranurita de una pecera sin peces, salimos precisamente poco antes de unas elecciones para decirle a los que tenían que representarnos que no nos sentíamos representados por ellos. Pero ni un poco.
No sé si me confundo al pensar (espero que no, porque muchos fuimos los que lo pensamos) que el mensaje primero venía a ser algo del tipo: “Así que poneos las pilas, porque vuestro trabajo es representarnos a nosotros y no a vosotros mismos, y no vamos a dejar de recordároslo hasta que se convenza tanta gente que os tengáis que convencer vosotros mismos”. Más o menos.
Lo que yo no creí ni creo, como tampoco otros muchos, es que el mensaje fuera: “Así que vamos a emplumarlos con brea y luego tirarlos al pilón”.
¿Qué por qué he tardado tanto en llegar al meollo? ¡Porque es muy doloroso, coño!
Es esta una noche muy alegre para los banqueros, los que quieren un pretexto para desatar la represión y los enemigos, de cualquier tipo, de este movimiento. ¡Divide y vencerás!
Una mente maligna podría sospechar que no todo ha sido casual, que no es difícil despertar la cazurrez de una manada de mendrugos si los pastorean, sin que ellos mismos se den cuenta, provocadores profesionales, reventadores de más de un signo, infiltrados… Así que, como mente maligna que soy, no pienso descartar las sospechas. No es la primera vez que asisto a ello.
Pero la burricia y la torpeza no disculpan a los que atentan contra el movimiento desde “dentro” (es un decir) y le hacen incluso más daño que los de fuera (no es un decir).
Que hagan su “propio movimiento”. ¿Algo así como: “Venganza real ya”?
Y no me vale eso de que también es violencia desalojar familias, arruinarlas, legislar en propio beneficio. No hace falta que me convenzáis, que no he nacido ayer. Es que lo que no me vale es el TAMBIÉN: yo no aspiro a comportarme como aquello contra lo que lucho.
Porque esta movilización no es sólo, aunque lo sea principalmente, de gente joven sin un futuro que le interese, desempleados, víctimas directas de la crisis (indirectas lo somos todos los que no la hemos provocado para beneficiarnos)… sino cualquier ciudadano/a decente que identifique política, ética y justicia, que exija que se gobierne para nosotros y no a nuestra costa, que crea en la decencia, en la participación, en la igualdad y en el máximo bienestar al que podamos optar todos, no unos cuantos a costa de otros. Y en el futuro.
Hay que demostrar nuestra fuerza el domingo 19 a los que no nos representan. A TODOS los que no nos representan. Aunque, igual de bien que se gestionaron los diversos servicios en el campamento de Sol y en otros, haya que ir pensando en recurrir, tristemente, a un eficaz servicio de orden.
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