Noche de San Juan. La noche más corta del año. Pero no celebramos que sea la más corta, porque si no celebraríamos preferentemente el día más largo -que es una película interminable en blanco y negro sobre el desembarco de Normandía, y atestada de estrellas, que me llevó mi padre, ilusionadísimo, a ver al cine Niza…, pero este comentario no viene a cuento y ya me callo-. Nos gusta la noche.
Vamos a dejarnos hoy por un rato de “indignaciones” (sin olvidarlas, pero supongo que iré entreverándolas, como en el tocino, con cuestiones diversas), y a recordar que también hay otras concentraciones tan festivas o más pero igual de vitales, en noches como esta, que en domingos solidarios.
Otros días, otros años. Tempus. A una de estas fiestas de Sanjuán, este año no he ido. Y lo lamento, luego tenedme compasión (¡no estoy en serio!).
Se ha dado así. Será que no guardo buenos recuerdos del año anterior, como hay personas que conozco que tampoco lo guardan de otros, haga uno, nueve, ocho, cuatro… depende a quien me refiera. O siglos (todavía hay una reina de las hadas en un bosque británico que no quiere oír hablar del año en que se tomó no sé que substancia y acabó tirándose a un bicho con cabeza de asno).
Pero la fiesta está ahí y se repite. Tanto, aunque de otro modo, como las Navidades.
No debe renunciarse a la esperanza de la magia, y la magia es una chica frívola aunque terriblemente hermosa. Dice que se guía por fórmulas, por códices, sortilegios arcanos y grimorios, que todo es muy científico, pero miente como todas las bellas con poder (bueno, todas no, perdonad las guapísimas sinceras, pero esto es literatura… (ah, ¿si?)). (Doble paréntesis, que además de feo, no conduce a nada bueno): Magia.
El caso era este: esta noche es la noche de San Juan. Veo en internet que no se celebra, como yo creía, al poeta medio loco que fue evangelista y luego se inventó un apocalipsis que me río yo de Coppola, de Cuerda y hasta de Tolkien, en su feo retiro de la isla de Patmos; sino al otro: al melenas bautizante que clamaba en los desiertos, que perdió la cabeza por tanto clamar, aunque una mujer inventora del striptease con velos, la tal Salomé de quien tanta chicha sacó el pillastre del oscarwilde, se inventara eso de “perdió la cabeza por una mujer”. Y luego se montó un monólogo de aquí te espero.
¡¡¡Feliz sanjuán y feliz verano para todos, creáis en el melenudo loco que bautizaba con agua pero no con espíritu y se descojonaba de la muerte, o no!!!
Feliz para los que saltéis hogueras, multiplicado por cien si lo podéis hacer cerca del mar, igual que yo lo hice alguna vez.
Feliz para quienes recuerdo, que sois muchos y sobre todo muchas, hayamos tenido o no que ver en un sanjuán.
Feliz para Montse y su recién nacido que escribe que añora el mar desde Madrid sin saber que el mar de Málaga se está acordando de ella.
Felices los celebrantes, los que deseamos celebrar, los que buscamos ocasiones, los que creyendo en una cosa u otra creemos en la magia de las celebraciones. Y hasta en la Magia.
Os mando un abrazo y beso desde aquí a los/as que quiero y me quisisteis o queréis (conste que no he bebido nada, no se debe a exaltación de la amistad).
Feliz verano. Y como dice Borges, pozo de sabiduría sin fondo el cabronazo: “Felices los felices”.
¡Vaya, y mientras termino de escribir esto me doy cuenta de que a mi modo y con vosotros estoy celebrando también estas fiestas de San Juán (resulta que Bautista) 2011!
Gracias a vosotros/as, y luego besos: los que me gustaría daros.
feliz magia para ti, y que celebremos pronto otro encuentro entre libros y palabras. Ese es el deseo que quiero que arda en esta hoguera virtual.
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