miércoles, 28 de septiembre de 2011

no es un tsunami


Durante toda la crisis, recurso político que ya me está empezando a tocar los cojones, y con  respecto a todo conflicto derivado de ella, léase por ejemplo, por ser el último, el de los profesores de enseñanza pública (“enseñanza pública” es un término al que le quedan dos telediarios, por cierto... o no, porque en los telediarios, mande quien mande, ya no se hará saber), se habla de eso tan bonito que llevamos oyendo tanto tiempo: “todos tenemos que hacer un esfuerzo”.


¿Por qué?

Eso es lo que ya me empieza a tocar lo mismo que ya he dicho.
Se está creando la sensación de que vivimos de resultas de un fenómeno natural, de una plaga del Antiguo Testamento, como si la Señorita Naturaleza (o Señora, ya que dicen que es madre) nos hubiera castigado con un nuevo Diluvio, como si tuviéramos que hacer el Arca entre todos para que luego se subieran solamente Noé, su señora, sus hijos, las nueras, y un montón de bichos de toda clase mientras nos quedamos al raso y sin paraguas. A ahogarse tocan.

Esto fue, ya no sé si un fallo o una estrategia, que demasiado lejos estamos llegando como para no mosquearse, de un sistema económico manejado por quienes manejan el sistema económico, entre cuyas obligaciones está el nivel de previsión entre otras cosas.

Todos tenemos que hacer un esfuerzo, parece. Todos menos los que nos han jodido y nos joden y se notan tan bien así que seguirán jodiendo más y más.

Y con esto de los recortes, que ya no deberían llamarse así, ni siquiera hachazos, sino desmantelamiento no sólo de un supuesto estado de bienestar sino de un estado de mínima dignidad, me está sucediendo una cosa curiosa. Y ahora voy y la cuento:
Siempre he defendido los impuestos, aunque me sangraran mientras dejaban al ricachón de turno pagando propinillas a la Hacienda Pública, (que lo hacían), y siempre me he sentido responsable. Pero sucede que llegará un momento, si no ahora sí dentro de unos años, si vivo, en que me pregunte en serio a quién estoy pagando y por qué, si el Estado no se ocupa ya nada de la cultura, mínimamente de la sanidad, poquísimo de la educación, si la asistencia social es un lujo, si se siguen cerrando asilos y centros de atención para discapacitados como está sucediendo y hasta se ve en las noticias (cuando no tienen suficientes reportajes de fútbol ni Cristiano Ronaldo, pongo a este por ejemplo, tiene caquita o similar), si la investigación es cosa de ciertas universidades americanas (del Norte)... y así hasta la eternidad pelona.

Y cuando eso pase, puede suceder (no ahora, no me detengan todavía) que me pregunte por qué pago a quien nada da, y empiece a pensar que en la cárcel al menos se come y te dejan hacer gimnasia aunque te puedan dar un chirlo de vez en cuando, y que eso de la objeción fiscal puede ser una opción.
No lo digo aún convencido. Pero a saber qué puede pasar.

Porque esto no es una plaga ni un accidente natural: es un morro y una guasa.

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