Miro, tras unas copas,
mi Madrid en la noche, paseado.
Recoletos: ocupados los bancos
por turistas igual que por mendigos:
ponle un tanto por ciento.
Cuerpos que vuelven
a su casa en el autobús nocturno
sin haber satisfecho sus anhelos,
reticentes por si alguien observara
que, de no estar tan tristes, ni fiarse,
estarían a punto para ti.
Hacen muy bien, por cierto.
También yo, de ser yo, dilataría
hacia un fin de semana más concreto
la aventura de darse:
no es hora del placer aunque sea hora,
y el autobús destile lo que queda.
Piensan: mañana es lunes,
y la ciudad, sin despertar, despierta
a aquellos que los espejos
han de tildar de ilusos:
aquellos que albergaron ilusiones.
Mientras tanto, yo soñaré contigo
sin sospechar quién eres
ni el daño que me harás,
y brindaré a la noche su tributo
de bruja ilusionante
que aún insiste en hacerme
creer que no estoy muerto.
¡Buenos días!
No hay comentarios:
Publicar un comentario