Leo en un titular que Barajas y el Prat serán privatizados.
¿Cuántos más hemos de ser privatizados? ¿Cuántos, en el goteo del verano, en que la gente parece mirar hacia otro lado con más sol, como está en su derecho, cuántos digo, ahora y en agosto, serán privatizados?
Mientras te tomas la cerveza en el chiringuito, que es lo menos criticable del mundo, que resume el descanso en el trasiego jodido de la vida, ellos te privatizan la cerveza, el chiringuito, el bañador, sea entero o sexymente cortado, la mano que alza la cerveza hacia el labio, el labio, e incluso la satisfacción de la espuma rozando tu boca. Y el vaso o copa. Y, si no lo fuera ya, que creo que sí, la marca de cerveza.
Todo privado.
Mientras miras a otro lado, privatiza como puedas. No aterrices. Estréllate.
Y mientras, el gobierno y el partido hablan de su giro hacia la izquierda.
No nos engañemos: la derecha siempre sabrá quién es. Incluso los menos tontos de nosotros sabemos quién es, cuanto más ellos.
¿Sabe alguien quién es la izquierda? ¿Sabe alguien que la izquierda va de mirar hacia la izquierda hasta romperse el cuello, hasta sellar un compromiso, hasta luchar contra el capitalismo? Dicho así parece panfletario, pero siempre ha sido el compromiso de la izquierda, y si no, digo yo, ¿la izquierda, para qué? ¿Cómo derecha moderada? ¡Qué asco, cuánto, cuánto, cuánto inmenso asco! Y por encima de todo, cuánta mentira. Cuando la gente se quita la careta, siempre gana en dignidad. Así que, compañeros, queridos compañeros, un poquito menos de disimulo y un poquito más de dignidad.
Y ahora, por si acaso alguien no lo había pillado, lo principal: la derecha es el gran enemigo. Todos los enemigos lo son, pero no todos lo son por igual. La gente de izquierda masacramos a la izquierda, sabemos, desde hace décadas, lo que es la crítica, y por ello a veces nos olvidamos del enemigo principal, que ahora mismo va tomando los escalones principales que le aúpan al poder.
Nos comen, amigos. Nos privatizan. Nos sonríen, y eso es peor que una porra en la mano, porque parecen parecer que son de nuestro mismo parecer, y no lo son. Son el discutible encanto de la pista de golf, que gasta tanto agua, y del campari, contra el que nada tengo, que hay que tomarse aunque no te apetezca en el club de campo, sea eso lo que fuere, en el club náutico, que no sé si sirve más que para servir paellas muy caras, en la pista de pádel para gente que no sabe jugar al tenis pero que lo disfruta, como yo, a través de la tele, pero un poquito menos. No por nada, sólo por una estúpida teoría que no pretendo justificar: los que disfrutamos tanto no podríamos ser nunca de derechas.
Y todo esto es lo de menos. Putas anécdotas de teatro independiente. Lo importante es que no les importa exhibir sus titulares. Esto se privatiza. Esto también, sea un aeropuerto o una Caja de Ahorros donde la gente creía hasta hace poco que, con su cartilla, a la vez de ahorrar o fomentar el ahorro de sus nietos, estaba ayudando al mundo. ¡Tonterías! El señorito que sabe de las cuentas de los bancos mundiales ha venido a Bankia a recordamos que siempre, siempre, siempre, hemos sido los tontos que estamos a su servicio. ¡Y a callar!
Hasta hoy, desde hoy, hoy por hoy, nos enseñan con la mirada con que se mira a los ingenuos, en lugar de a los justos, que el mundo es así y así será. ¡El mundo marcha y es sensacional! ¡El mundo invierte! Y quien no, que hubiera estado más astuto a la hora de partir la tajada. Invierte, pierde, gana, da lo mismo: participa.
Cuando termine el verano, ¿qué no habrán privatizado mientras que nos bañabamos, olvidábamos, follábamos, viajábamos?
¿Que nos harán, incluso si estamos trabajando, gracias a esta preciosa crisis económica que ellos consultarán en sus diarios antes de la siguiente ración, que tomarán con más despreocupación que nosotros aunque les sepa igual, exactamente igual, a no ser que no disfruten al saber que, a nuestra costa, se están permitiendo un lujo más? ¿Una frase muy larga? Más larga, mucho más, sería la decadencia que merecen.
Pero el verano es el verano, la vida es la vida, el descanso es descanso, que bien se lo merecen todos, casi todos, la inmensa mayoría, que ya no pueden más. Mientras hacemos una décima parte de lo que soñamos hacer durante el duro invierno, nos privatizarán. No sé que más, ellos siempre encuentran algo.
¡Feliz verano y descanso! Y no lo digo con ironía, que bastante tenemos encima.
¡Feliz verano y descanso! Y no lo digo con ironía, que bastante tenemos encima.
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