miércoles, 30 de octubre de 2013

yo no tenía interés en que muriese manolo escobar


Yo no tenía interés en que muriese Manolo Escobar. Aunque si tengo que ser sincero, tampoco es que su pérdida me haya parecido más importante que la de un vecino, o vecina, anónimo que haya muerto vaya usted a saber de qué, esa gente que cada día muere después de haber pasado por la vida con algo tan apasionante como una identidad que se disuelve al morir, esa cantidad de experiencias únicas aunque parezcan monótonas en el día a día, y que perdurarán el tiempo que perduren los que le/la recuerden.
Descanse en paz Manolo Escobar, como debe descansar en paz la vecina muerta o el vecino.
Lo que ya me jode un poco más es que el espíritu escobarista de los toros, la minifalda, el vino y las mujeres no sólo siga viviendo sino que se vea reafirmado por un nuevo arrebato de nacionalismo de tinto gazpachero por la administración pública actual.
Los viajes en el túnel del tiempo a las paellas con suecas en playas con borricos con sombrero y carros robados anoche mientras dormía, no me hacen maldita la gracia.
Y va Cañete, ese tío majo que añora a los camareros con juanetes que, casi seguro, con gusto le meterían el solysombra por el ojete pero aún así saben lo que es un solysombra, una palomita o un anís machaquito porque han nacido curtidos en la escobarista España en lugar de en tierras caribeñas que suenan más a centraca que a cateto nacional, y se arroja con aquello de que aquí se vive mejor que en ningún lado porque se disfruta del sol, la comida, la siesta y la fiesta nacional. O algo así. Tal vez más irritante todavía. ¡Para que vengas a quejarte de la crisis o del desempleo, desgraciao!
Y a mí se me atrasa el reloj y vuelvo nada menos que a la infancia, pero en vez de provocarme un ataque de enamorada nostalgia, me entra una grima de madre y no te menees. Porque veo a un ministro de Franco sentado en un sillón que pago con mis impuestos (que cada vez me suben más, que cada vez me retienen más aunque digan que ya me lo ahorraré en un mes de verano en que lo mismo ya estoy muerto), que tiene nombre de ministro de Franco, cara de ministro de Franco e ideas de ministro de Franco, que es lo que menos me mola.
Y a la vez que esto sucede, va y me dicen que, por decreto, como sucede todo desde que la mayoría absoluta se convirtió en la dictadura de gobernar por decreto, la recesión ha terminado, la crisis agoniza y todos somos felices, que si nos quejamos será de vicio, porque el sol de Iberia no tiene precio y relaja tomarse un café en cualquier idioma, inventado o no, en una Plaza Mayor que por la noche se convierte en la Corte de los Milagros y el Palacio de los Cartones, donde se divierten las ratas mucho más que en Hamelin antes de que apareciera algún flautista, porque campan tan por sus respetos que les parece que el paraíso roedor ha vuelto para quedarse mientras gobierne esta mala gente que no quiere a la tierra que le ha sido dado gobernar.

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