La mala-gente-pero-no-mucho es esa que no tiene nada que ver con los auténticos cabrones que te joden la vida cotidiana, o sea, delincuentes en cargos públicos, privados y demás que rigen tu existencia chupándote toda la sangre que te encuentren en las venas y buscan la que no se ve a primera vista para seguir succionándote sin el menor remordimiento de conciencia.
La otra, esa que digo, es esa gente con la que coincides en la vida cada dos por tres, no los que aparecen en las noticias pasándoselo bomba con eso del poder a costa tuya.
La gente que yo digo, a menudo es bastante desgraciada, pero la mayor parte de las veces tú no has tenido nada que ver con su desgracia. De todos modos, la pagan contigo.
A menudo su mala suerte no es mala suerte, sino consecuencia de su ineficacia, o su mala leche o de hacer la pelota mal porque se les nota malamente. Si a ti no te va tan mal como a ellos, prepárate a aguantarlos.
Son de esos que no pueden subirte el IVA, ni meterte en un ERE, y que a saber si lo harían si pudieran, pero que van diciendo unas cosas a tus espaldas que espantarían a un troll y a menudo sin venir siquiera a cuento.
Son de los que odian que algo salga bien a alguien que no sean ellos/as. Hasta en las temporadas que les va bien, lo odian. No saben ser medianamente generosos. Son amargados con premeditación porque se amargan antes de que llegue el motivo.
Siempre negarán que son dañinos por naturaleza, a veces por gusto, de vez en cuando por circunstancias adversas (único caso comprensible, aunque no justificable).Es más: el 99’9 de esos/as cabrones/as se creen bellísimas personas.
Y ahí están, como granos que hacen la vida tan difícil. No tienen tanto poder (algunos/as) como para caminar e ir ensuciando la tierra, pero se ocupan de echar una meadita aquí o allá para que nada esté limpio del todo.
Su constancia, y su elevado número, hacen la vida pero que muy difícil.
Como los moscardones y los diablos, son legión.
Dicen que todo esto a lo que me refiero es connatural al ser humano.
Debo tener la suerte de conocer muchos seres nohumanos.
Incluso he conocido ángeles.
Los años deterioran, joden, avejentan y a veces hasta amargan, pero también ayudan a ser inteligente a la hora de cribar con quién tratas, a quién toleras, con quien disimulas o de quién te fías. Se les ve venir. A ellos/as. A los que ayudan y a los que joden. A los que aman la vida y a los que odian la de los otros. Y se les ve quedarse. ¡Vaya que sí!
La gente que yo digo, a menudo es bastante desgraciada, pero la mayor parte de las veces tú no has tenido nada que ver con su desgracia. De todos modos, la pagan contigo.
A menudo su mala suerte no es mala suerte, sino consecuencia de su ineficacia, o su mala leche o de hacer la pelota mal porque se les nota malamente. Si a ti no te va tan mal como a ellos, prepárate a aguantarlos.
Son de esos que no pueden subirte el IVA, ni meterte en un ERE, y que a saber si lo harían si pudieran, pero que van diciendo unas cosas a tus espaldas que espantarían a un troll y a menudo sin venir siquiera a cuento.
Son de los que odian que algo salga bien a alguien que no sean ellos/as. Hasta en las temporadas que les va bien, lo odian. No saben ser medianamente generosos. Son amargados con premeditación porque se amargan antes de que llegue el motivo.
Siempre negarán que son dañinos por naturaleza, a veces por gusto, de vez en cuando por circunstancias adversas (único caso comprensible, aunque no justificable).Es más: el 99’9 de esos/as cabrones/as se creen bellísimas personas.
Y ahí están, como granos que hacen la vida tan difícil. No tienen tanto poder (algunos/as) como para caminar e ir ensuciando la tierra, pero se ocupan de echar una meadita aquí o allá para que nada esté limpio del todo.
Su constancia, y su elevado número, hacen la vida pero que muy difícil.
Como los moscardones y los diablos, son legión.
Dicen que todo esto a lo que me refiero es connatural al ser humano.
Debo tener la suerte de conocer muchos seres nohumanos.
Incluso he conocido ángeles.
Los años deterioran, joden, avejentan y a veces hasta amargan, pero también ayudan a ser inteligente a la hora de cribar con quién tratas, a quién toleras, con quien disimulas o de quién te fías. Se les ve venir. A ellos/as. A los que ayudan y a los que joden. A los que aman la vida y a los que odian la de los otros. Y se les ve quedarse. ¡Vaya que sí!
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