viernes, 4 de mayo de 2012

ya lo voy pillando



Extrañado ante el bombardeo de medidas insensatas amén de retrógradas de este gobierno raroyfacha (extrañado ante el bombardeo, no ante la naturaleza de las medidas viniendo de donde vienen), me preguntaba cómo podía labrarse una sinrazón tan variada en tiempo récord. Y sobre todo, para qué. Creo que ya voy pillando el motivo, aunque no puede decirse que eso me tranquilice nada.
La táctica es diabólica amén de sencillísima, y no muy original.

A lo largo de los siglos ha sido calificada con diversos apelativos. Se tiene noticia de que en el siglo XIII, el abate Leperdu realizó el experimento de abofetear a una perdiz desde diversos ángulos para acabar concluyendo que era sencillísimo marearla.
Se dice que Parámines de Éfeso, bastantes siglos antes, aturdía a sus discípulos con tantos, tan numerosos y tan contradictorios argumentos, que todos concluían que no había posibilidad de competir con el maestro en rapidez de asimilación, considerándosele así como incontestable.
En la Inglaterra de la Restauración, el preso sospechoso de espionaje era interrogado por dieciséis jueces a un tiempo para que no le diera tiempo a contestar, siendo tomada su vacilación y despiste por culpabilidad contradictoria.
En el gimnasio de Vallecas al que asistía Poli Díaz disuadían a los púgiles sin futuro dándoselas todas juntas durante el periodo de entrenamiento.
La expresión “Te llueven por todos lados” se basa en la tortura de arrojar cubos de agua con una continuidad inusitada y sin saber de qué balcón proviene.
Una somanta es que varíos se líen a palos con la víctima, indefensa y cegada debajo de una manta (esta me parece que hasta es verdad).

En fin, que la variante aplicada por el gobierno español actual viene a significar tal chaparrón de granizada malévola que es incontestable: sólo queda taparse con el brazo lo mejor posible y permanecer en postura fetal sin oportunidad de defenderse, dada la cantidad inusitada de ataques.
La “curva de indefensión”, que viene definida por las constantes de la relación hostia/periodo de tiempo, llegando a cierto grado provoca sólo el lloriqueo indiscriminado (a menudo acompañado de mucosidad) de la víctima, con lo que la protesta se transforma en balbuceo. Y cuando esto último sucede, el poder se toma un respiro, pero no por ello deja de maquinar.
Tanto se han esforzado, que nuestro presidente ha prometido que todos los viernes, jornada de consejo de ministros, habrá nuevas y sorprendentes medidas. Todos los viernes. Con motivo o sin él. Si no se da para más, ya se pensará en algo. Aunque haya que tomar medidas como aquellas que propugnaba el nuevo dictador en el Bananas de Woody Allen: “A partir de mañana el idioma oficial será el sueco y será obligatorio llevar los calzoncillos por encima de los pantalones”. También Esperancita, esa niña perversa, (o la señá Esperanza, perdón por no atender a su retrechero casticismo), ha prometido que va a dedicar sus propios viernes a eso mismo. Todos los del año, también.
Estos opusdeístas están obsesionados con la cuaresma. Los viernes les da un arrebato que agárrate los machos (o lo que tengas a mano, que poco nos va a quedar para agarrar).

Mientras, Botín está contentísimo con la gestión gubernamental. ¿Esto no os dice nada?

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