Extrañado ante el
bombardeo de medidas insensatas amén de retrógradas de este gobierno raroyfacha
(extrañado ante el bombardeo, no ante la naturaleza de las medidas viniendo de
donde vienen), me preguntaba cómo podía labrarse una sinrazón tan variada en tiempo
récord. Y sobre todo, para qué. Creo que ya voy pillando el motivo, aunque no
puede decirse que eso me tranquilice nada.
La táctica es diabólica
amén de sencillísima, y no muy original.
A lo largo de los siglos
ha sido calificada con diversos apelativos. Se tiene noticia de que en el siglo
XIII, el abate Leperdu realizó el experimento de abofetear a una perdiz desde
diversos ángulos para acabar concluyendo que era sencillísimo marearla.
Se dice que Parámines de
Éfeso, bastantes siglos antes, aturdía a sus discípulos con tantos, tan
numerosos y tan contradictorios argumentos, que todos concluían que no había
posibilidad de competir con el maestro en rapidez de asimilación,
considerándosele así como incontestable.
En la Inglaterra de la
Restauración, el preso sospechoso de espionaje era interrogado por dieciséis
jueces a un tiempo para que no le diera tiempo a contestar, siendo tomada su
vacilación y despiste por culpabilidad contradictoria.
En el gimnasio de
Vallecas al que asistía Poli Díaz disuadían a los púgiles sin futuro dándoselas
todas juntas durante el periodo de entrenamiento.
La expresión “Te llueven
por todos lados” se basa en la tortura de arrojar cubos de agua con una
continuidad inusitada y sin saber de qué balcón proviene.
Una somanta es que varíos se líen a palos con la víctima, indefensa y
cegada debajo de una manta (esta me parece que hasta es verdad).
En fin, que la variante
aplicada por el gobierno español actual viene a significar tal chaparrón de
granizada malévola que es incontestable: sólo queda taparse con el brazo lo
mejor posible y permanecer en postura fetal sin oportunidad de defenderse, dada
la cantidad inusitada de ataques.
La “curva de
indefensión”, que viene definida por las constantes de la relación hostia/periodo de
tiempo, llegando a cierto grado provoca sólo el lloriqueo indiscriminado (a
menudo acompañado de mucosidad) de la víctima, con lo que la protesta se transforma en balbuceo. Y
cuando esto último sucede, el poder se toma un respiro, pero no por ello deja
de maquinar.
Tanto se han esforzado,
que nuestro presidente ha prometido que todos los viernes, jornada de consejo
de ministros, habrá nuevas y sorprendentes medidas. Todos los viernes. Con
motivo o sin él. Si no se da para más, ya se pensará en algo. Aunque haya que
tomar medidas como aquellas que propugnaba el nuevo dictador en el Bananas de
Woody Allen: “A partir de mañana el idioma oficial será el sueco y será
obligatorio llevar los calzoncillos por encima de los pantalones”. También Esperancita,
esa niña perversa, (o la señá Esperanza,
perdón por no atender a su retrechero casticismo), ha prometido que va a dedicar
sus propios viernes a eso mismo. Todos los del año, también.
Estos opusdeístas están
obsesionados con la cuaresma. Los viernes les da un arrebato que agárrate los
machos (o lo que tengas a mano, que poco nos va a quedar para agarrar).
Mientras, Botín está
contentísimo con la gestión gubernamental. ¿Esto no os dice nada?
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