martes, 24 de abril de 2012

qué difícil lo ponéis


Es que se pone uno a hacer la lista de lo, no ya cuestionable sino grave, y no le cabe en ningún inventario por mucho que quiera inventar.
Ahora va y resulta que el 18% de los votantes franceses, que viene a ser el 18% de los franceses ya que también hay fachas que no votan, son fachas, que es a lo que iba. ¿Quién nos dice que aquí no hay tantos?
Y más teniendo en cuenta que, con tal de seguir en el poder, resulta que la llamada derecha democrática de Sarkozy no lo es. Lo digo así, y no me desdigo. Si alguien, para gobernar, recurre a los nazis, no tiene perdón. Hay cosas con las que para pactar no basta ser derechista, es que hay que ser fascista, que no es exactamente lo mismo aunque ya se ve que la cercanía es más notable de lo que podría parecer.

Si aquí se captura la televisión pública, se termina con la gratuidad de la medicina, de los medicamentos, de los miniminiminiminimísimos privilegios de los jubilados, con la investigación, con las ayudas a los dependientes, con las universidades para quien no sea niño de papá, si la cultura se considera más o menos comercial y se eliminan carreras imprescindibles porque la demanda es escasa, si nos suben la luz, el gas, los combustible, si se sigue expropiando vivienda para dársela a una banca a la que alimentamos con tributos semejantes a los tributados a los ídolos paganos, si la monarquía se recachondea, si el poder judicial se pasa la ley por el forro (y ya no te digo la justicia), si no nos olvidamos de todo el monto de siega de derechos que supone la llamada reforma laboral, que podría llamarse ley de alimento del índice de parados, si la iglesia le echa sentido del humor y pide espíritu de sacrificio ante los recortes, si... si... si... si.... ya no tiene uno por donde salir, ni casi de qué hablar, porque sólo se puede hablar de que no sólo el modelo ha cambiado sino prácticamente el régimen.

Sigo sin decir que no es sorprendente que la derecha se comporte como derecha, pero... que van muy deprisa. Vamos, no sólo sin complejos sino con un desparpajo... ¡y una Ineficacia, por cierto!, porque la confianza de los mercados, la bolsa y la prima de su prima, van de mal en mucho peor.

Con eso de ser pastilloso (que no pastillero) crónico, en cuanto pierda el empleo me compraré un dado con lo que me quede de subsidio o bien de ahorro de última hora, y lo usaré para decidir cada día si cojo el metro (soy de Madrid, que esa es otra), como (del verbo comer) algo indecente o me tomo la medicación. Si el dado se porta, lo mismo voy tirando. Tirando el dado, digo.

Y encima va el 15M y se divide entre oportunistas que quieren quedarse con el nombre y formar una sociedad diciendo que son inmensa mayoría (como si se pudiera ser inmensa mayoría de un movimiento anónimo formado por millones de personas) y los que resistan. Y la izquierda de cualquier tipo, se divide también. La eterna historia. La derecha es práctica, lo suyo no es ideología digan lo que digan sino pragmatismo y saben lo que hacer. La izquierda, sea una u otra, acabará de nuevo fragmentada si no lo evitamos y matándose entre ellos, entre nosotros, mientras la derecha mira y se descojona.
La memoria histórica debería habernos enseñado esto también, que no todo lo que es memoria es pasado, sino comparación con los males del presente, ¿no?


1 comentario:

  1. Creo que muchos coincidimos en este diagnóstico. Pero ¿cómo formular una respuesta válida, viable? No sirven viejos métodos ni un lenguaje reivindicativo que suena ya anacrónico.
    Estamos atrapados en esta irresistible ascensión del capitalismo salvaje. Nos hemos dejado mecer suavemente creyendo que en este mundo privilegiado nuestro,navegábamos hacia un bienestar cada vez mayor. Pero la codicia de los capitanes no tiene fin. Cargan con todo lo que pueden hasta que el barco se hunde. ¿Cómo se para eso? Habrá que volver a hablar de lo principal, de la vida digna, de preservar la tierra que habitamos, de la importancia de la cultura, de que el tiempo de ocio no sea escaso y no se dedique al consumo...Muchas cosas para recordar, para volver a poner en valor.
    Confío en que la gente joven no se deje engañar, porque están viendo las consecuencias de un sistema tan atroz.

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