Corbatita roja.
Corbatita azul. Modelito facha. Modelito tú.
Nuevo modelo de la noche
en 24 horas. Sobran los que estaban antes. Entiendo que hay que comer, pero no
sé qué hacéis ahí, ¿tan cara está la comida? Sí, me temo que sí.
La televisión, órgano ya
muerto a cachos, ha muerto del todo. Morirá más. Todos sabemos que los muertos
pueden morir más aún. Walking Deads, George.A.Romero... ¿Hasta cuándo moriremos
nosotros?
Los catalanes quieren
ser un miembro vivo dentro de lo que ellos consideran el cuerpo muerto del
Estado Nacional. Allá ellos. Morirán y se pudrirán solos fuera del cadáver
estatal. No han de estar más vivos por ello. Ya se les va cayendo la jeta
mientras hablan. Mientras no vuelvan a optar por el parasitismo que consiste en
morir más despacio chupando a otros muertos, se puede soportar. España en este
caso, que no da para más chupeteos. Catalunya está viva desde antes de vivir,
pero no se ha dado cuenta. Allá ellos con sus miembros colgantes y colgones. Si
uno se siente muerto, es que está muerto, así que a lo mejor tienen razón. Pero
el modo de vivir no siempre es alejarse de la tumba. Y menos si no sabes dónde
está la tumba. Y cuánto la tumba o el entierro cuesta unos dineros, que es el
baremo catalán por excelencia, se cuestiona la herencia familiar. Los tópicos a
veces son verdades. Da vergüenza, lástima, grima, pero para nuestra desdicha
viene a ser la verdad.
Una
muerta, llamada Esperancita Aguirre, felizmente se entierra. A ver si no se nos
vuelve a aparecer en noche de ánimas a la altura de la cruz, que es por donde
aparecen los magnates del Opus como es ella. Amenaza aparecer. Siempre, hasta
que desaparezca, ha de ser una amenaza. Los lobos podridos de ácaros de dineros
nunca mueren. Los que nacieron cadáveres del cadáver franquista nunca mueren.
Ni aun muriendo. Miedo da.
Otro
cadáver asoma la cabeza. Otro, más respetable pero no por ello menos muerto. Se
llama Julio Anguita y crea una especie de sociedad o asociación que podría
convertirse en partido según vayan las cosas. No está muerto por ser de
izquierdas, ni siquiera por ser viejo, sino por haberla traicionado. Se muestra
como un héroe incomprendido, y lo malo es que muchos le comprendieron y
comprendimos perfectamente por dónde iba, con su pinza inclusive: un resentido
triste por no haber sido recibido más a menudo por aquel zorro jodío que se
llamó Felipe, cuando éste era presidente, en la Moncloa, un traidor que cumplió
aquel principio de Peter que dice que todo ser valioso tiende, en una sociedad jerarquizada,
a ascender hasta alcanzar su nivel de incompetencia. Referente como alcalde
cordobés, fallido parlamentario pedagogo, desastroso coordinador de Izquierda
Unida.
En
todo apocalipsis surgen de sus tumbas los cadáveres. Ya no son exquisitos los
cadáveres. Nunca lo fueron, sólo en un tiempo creímos que lo eran. Son cadáveres.
Tal vez nosotros no lo seamos menos. Espero que demos algo más de lata e
inspiremos nuevas series. Nosotros, pobres muertos.
No me gusta este `me duele España´,este sentimiento trágico.Cada uno puede tomarse las cosas como quiera,pero este regodeo en el sufrimento,en todo es una mierda,me parece incluso cobarde, por que no llama a la acción ,sino a lamerse las heridas y a qué pena me doy.
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