martes, 3 de julio de 2012

campeones y complejos


¡Otra vez Campeones de Europa!
Sí, claro que me refiero al fútbol. Pero no estoy ironizando. Creo que la maestría nunca debería ser despreciada, y jugar así no es fácil ni ganar así se debe a la suerte, o al menos sólo en un porcentaje muy pequeño (algún penalti que otro... pero también están los que no se pitaron y hubieran favorecido).
Digo esto porque ya cualquier alegría que se produzca dentro de una crisis parece polémica, insolidaria o culpable. Yo, por mi parte, no me arrepiento de haber visto el partido con compañeros, disfrutarlo y celebrarlo. No en la macroconcentración, que a mí esas exageraciones no me ponen,  más bien me recuerdan a eventos similares a la visita papal, pero si bien la histeria victoriosa me parece un poco tonta, el refunfuñe en contra me parece sencillamente mezquino.

Los que identifiquen la victoria del equipo español con una victoria de Rajoy y los suyos, sólo están haciéndole un favor, dándole la razón en un tanto que se quieren apuntar como propio sin serlo. Bastante ridículo hace (y no sólo ridículo sino irresponsabilidad) yéndose a Ucrania en lugar de a Valencia. La copa no es de la monarquía, ni del PP, del mismo modo que la de hace cuatro años y la del Mundial de hace dos (¡menudo equipo, y lo digo de nuevo!) no fueron copas del PSOE, lo procuraran ellos o no.

¿Pan y circo? Los que estén sufriendo la crisis impuesta de un modo más grave (porque de un modo u otro la sufrimos todos, nos demos cuenta o todavía no) no creo que hayan olvidado su situación por unas horas de alegría. ¿Hay que desterrar la alegría para ganar en “conciencia y cabreo”? ¿Y no sólo las alegrías deportivas sino también las de índole personal? ¿Incluso si no perjudican a nadie, incluso si no hacen daño más que a quien haya encontrado calles cortadas a causa de la celebración?
Yo no pienso darles la razón. Ni a Rajoy que pedía la victoria al equipo para animar al deprimido personal, ni a los que consideran que una alegría que une a muchos, que permite una hermandad aunque sea provisional incluso entre contrarios, es un descorche burgués y alienante.

Pero hay algo que me parece más importante y trasciende a lo anterior. Se suele caer en un error que se repite a troche y moche estos futboleros días y consiste en reafirmar a España como el denostado país de pandereta que ha cambiado el cerebro por un balón.
Demasiada gente y desdichadamente de tendencias ideológicas opuestas, se une al carro que una parte de Europa quiere volver a endosarnos y va y se cala la boina, para denostarla o alabarla, como identidad catetil nacional. Como orgullo o como karma.

A mi me alegra que gane la selección de fútbol, como me alegra una victoria de Copa Davis, o de uno de nuestros tenistas, no me disgustan las de Alonso por facha que sea... pero no podemos borrar con esto al resto.
Aparte de los múltiples olvidados del deporte español que carece de spónsores y no para de ganar trofeos o llegar muy lejos en ellos, me refiero a las demás áreas.

Como no se dan copas en directo, no nos acordamos que nuestros médicos, profesores, ingenieros y hasta bomberos destacan muy por encima de los de nuestros vecinos. Que no queremos ver, con ese Puto Complejo que nos va a acabar hundiendo del todo, la enorme parte de orgullo que hemos de tener en tantas áreas, que si se nos está quedando el país sin profesionales jóvenes es porque los solicitan de otros países que presumen más y que venden mejor sin valer más.
Es vergonzoso que se silencie el reconocimiento exterior, como que cada vez que los artistas españoles atraviesan las fronteras logren éxitos de los que sólo se habla donde han recalado sin que la prensa española abra la boca y que quede como prurito personal de quien ha vivido la experiencia.

Ser campeón no es sólo ser grande, sino ser el mejor, quedar primero. No sé si en todas las áreas lo seremos, ni lo creo ni me gustan los hit-parades, pero a ver si nos vamos dando cuenta de que podemos competir en cualquier campeonato.    
Y no me duele, ni el fútbol ni fuera de él, pese a despreciar las tontunas nacionalistas, decir que yo soy español, español, español.

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