martes, 21 de julio de 2015

cuídate de a quién tocas los cojones

Siempre ha habido poderes, y se han ocupado de ser más o menos intocables. Pero a veces, dentro de su imagen, se incluía dejar que algunos les rozaran de cerca o les tocaran las narices de vez en vez o en cuando. Mucho el ejecutivo -qué remedio pese a leyes mordaza-, algo el legislativo con su tribunal constitucional por si alguien se pusiera muy pesado... El judicial, más lejano, pese a que su independencia sea una anécdota que parece diseñada para reírse de la inocencia del pobre Montesquieu, que inventara aquello tan gracioso de la separación de poderes, también se traga alguna que otra broma.
Curiosamente, el que se llama cuarto (como es séptimo el arte del cinematógrafo y creo que aun octavo el del cómic), ese cuarto poder, orden establecido desde sus propias filas y desde su infinita propaganda, no admite tanto tocamiento como los tres primeros a los que se dedica a cuestionar como oficio -y no me meto, líbreme dios quien sea, con su afán de meterse, que eso es de agradecer-.
Pero junto a la minúscula humilde de "cuarto" se alza la terrible mayúscula con que se creen "Poder".
Esto viene, claro está, a eso del escándalo de la web carménica del ayuntamiento de Madrid, algo que veo tan inofensivo que ni siquiera me parece bueno o malo. Pero, en su paso hacia los pantalones, parece que ha tocado algún cojón. Y no hubiera pasado nada si no hubiera sido el de la prensa.
Se habla de totalitarismo cuando nadie ha prohibido nada. Se habla de rectificaciones como si el periodismo no estuviera plagado -lo siento, me parece que lo está- de acémilas a los que es necesario rectificar. Que es posible que las informaciones municipales sean confusas o que el entusiasmo de afanes novedosos hagan meter la pata y anticipar lo que no es, o no es así como se cuenta, no lo voy a negar. ¿Que si merece crítica? Tú que crees. Pero vamos...
Lo que me da miedo (esa es la palabra, sí: miedo) es ese gremialismo de saltar en cuanto se detecta que se han metido, o así se pretende interpretar, con "uno de los nuestros", sea quien sea.

Vamos a ver, estamos aguantando un nivel de periodismo propio de una escuela primaria, unos coloquios que envidiarían las poligoneras profesionales -gritos incluidos-, un descaro a la hora de sesgar la información según la ideología o los intereses de ven aquí y no te menees, propaganda, campañas de desprestigio o de prestigio, subjetividad más allá de lo razonable... y una enorme frivolidad (ya verás como en una semana Grecia no será moda y nadie dirá qué pasa o qué no pasa por ahí, a no ser que se saquen de la manga medidas espectaculares como por ejemplo mandarles fuera del mapa). Pero no importa.
No me extraña el miedo que le tienen todos, políticos y administradores, famosos y no tanto... Pueden hacer que desaparezcas, lo harás en cuanto no existas para ellos (el desprestigio es un punto de fama, Bárcenas sigue allí siendo noticia día tras día). No diré que no les temo hasta yo que soy tan poco. Dan miedo hasta a los que no existen.
Se echan las manos a la cabeza. Tanto que apenas se paran a criticar que quien manejó Telemadrid como un aparato bestial de propaganda pagado por nosotros les compare con Pravda.
Y las temperaturas, sin bajar.


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