lunes, 20 de abril de 2015

cada uno de los setecientos


Dicen que “it’s a pity”, dicen que es una lástima... ¡hijos de puta!
Dicen que hay setecientos, nada más, setecientos muertos. Si fueran mil o si fuesen catorce cada muerto, de cualquier modo, estaría muerto.
Ellos, esos, los otros, los ya muertos, vinieron buscando un paraíso que no existe. No sé quién se lo habrá prometido. Tal vez los mismos que permiten que se mueran, que se pudran, que se fundan... Tal vez los mismos que les cobran por morir o los que miran a otra parte mientras cobran por cada uno de los muertos.
Creo que los mismos que prometen son los que matan, que los mismos que mienten con una falsa recuperación son los que crean esperanzas, que los mismos que crearon la crisis se aprovechan de la crisis.
Creo que los tiempos cambian pero los asesinos son los mismos.
Sus ejecutores, también.
Sus cómplices, también.
Los que no disparan, los que no venden pasajes de muerte, son también asesinos si es que hay complicidad.
Hasta la de la pena.
Hay muertos, parece, de una categoría mayor y muertos de menor categoría.
Estos setecientos, por lo que parece, son de saldo.
Supongo que nadie responderá ni por uno de los setecientos.
Se dirá que cada muerto de hambre es responsable de su muerte: que debiera haber sabido medrar o ser mejor.
A veces, por no estar en un bando equivocado, da un poco de vergüenza no estar muerto.
No me quiero morir. Hoy, al menos, no.
Pero me da vergüenza estar al otro lado.
El de los que contamos el vergonzoso número de muertos.

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