Cada vez me resulta más
evidente que los gobiernos establecen modos de actuar basados en los puntos
débiles de la idiosincrasia nacional de sus ciudadanos, que toman ventaja para
salir bien parados aprovechando las carencias de cada país. Más allá de los
tópicos comunes, creo que se dan "formas de ser" o "modos de
actuar" de los que no es difícil sacar ventaja. Como cuando, conociendo
las debilidades de una persona en concreto, logras un beneficio a costa de sus
manías o carencias, ya me entiendes.
En un país como España,
donde la pereza a veces se confunde con la desidia y unidas conforman un
problema preocupante, los dirigentes se valen de esta forma de actuar (o no
actuar). Han debido fijarse en que nos dejamos atropellar sin decidirnos a
intervenir, en que no denunciamos un abuso cometido por un establecimiento,
empresa, corporación o lo que sea, ni siquiera existiendo asociaciones de
consumidores, a las que parece ser que no damos mucho trabajo.
No cambiamos de compañía
eléctrica por no levantar un teléfono o por temor a los trámites; no elegimos
los bancos, no comparamos precios o ventajas (y cuando lo decidimos le pedimos
a un motor de búsqueda de internet que lo haga por nosotros), optamos por una operadora
por insistencia de la misma o por su última oferta sorpresa... Y se diría que a
menudo nuestra posición política no difiere demasiado de esto. No me refiero a
la teórica, ¡conste!, teorizar y protestar entre amigos y parientes se nos da
de perlas. Me refiero a ese otro paso más comprometido que se llama actuar.
¿Tal vez somos ciudadanos
que se sienten condenados a una supuesta fatalidad? ¿Víctimas de una losa
demasiado pesada para poder abrir la tumba, aunque no estemos muertos? ¿Románticos irredentos? ¿Maestros del pretexto
para no mover un dedo?
Antes de seguir, venga
un golpe de pecho: no tiraré una piedra más sin reconocer que no sólo dejo todo
para el último día, sino que no adopto ciertas soluciones simples cuando
parecen demasiado trabajosas, y todo queda en nada. Español, al fin.
Lo indignante es el
aprovechamiento administrativo. Sólo en España se puede recurrir a la charada
de decir que en lugar de devolver los bancos el importe ilegal de las cláusulas
suelo a los afectados, cada afectado se ocupe en negociarlo. Esto -lo saben y aprovechan-,
elimina un tanto por ciento enorme de reclamantes, un ahorro multimillonario
basado en el amor por la poltrona y la inveterada (y no poco justificada) angustia
ante la burocracia de la víctima de turno.
No sé si es sólo en
España donde puede gobernar un partido que está imputado por beneficiarse de
una trama corrupta, que amparaba, y ampara hasta el día de hoy y cada vez con
mayor impunidad (véase Murcia por ejemplo) a los que delinquieron y delinquen si
figuran en su bando. Sólo en un país donde el delito parece condenado a
convertirse en inevitable, tal partido puede seguir subiendo en las encuestas sobre
intención de voto.
Aquí se eterniza todo lo
que parece que cuesta cambiar. Los partidos que podrían ser distintos sufren la
pereza de serlo y se agarran a modelos vergonzantes, todo honrado -ejemplos
ilustrados se pierden en la noche de los tiempos, del barroco hasta ahora
mismo- sigue pareciendo un pringado. Y todo se eterniza, y tan sólo evoluciona
el color de los cupcakes y el tamaño menguante de las raciones de la nueva
cocina que ni siquiera es nueva.
Se dirá: "¿y a qué
viene esa alusión a nuestra pobre monarquía que figura en el título de esta
cosa?". Pues a eso. A que creo que no cambiamos de régimen como no
cambiamos de operador de telefonía móvil, y por razones similares. O de
compañía eléctrica, o de gas, o lo que sea. Porque "paqué", esa
coletilla que todo soluciona, es la respuesta más oída en el país.
Ahora, y esto no tiene
gracia, aparece el INSULTO. El insulto al que me refiero no es la sentencia y
las consecuencias del caso Nóos, que ya bastante insulto son. El insulto enorme
es que aparezca asentado como axioma en la prensa y un montón de partidos que
esto ha sido UN GRAN LOGRO DE LA JUSTICIA ESPAÑOLA; UNA CIRCUNSTANCIA HISTÓRICA
(una protagonista de cuentos -princesa, quiero decir-, "hija y hermana de
reyes" -frase cojonuda repetida estos días hasta la saciedad-, sentada en
un banquillo... para concluir que "ni sueñes que pasará de ahí la
cosa" (frase no repetida en absoluto). El INSULTO es convertir en triunfo
de la democracia un paradigma de la injusticia y del choteo al español.
¿Me va a decir alguien
que no se puede cuestionar a los jueces, como se dice tanto en estos días?
Amigxs, leed a Montaigne otra vez: son el poder ejecutivo y el legislativo
quienes tendrían que atenerse (haciendo como que son poderes independientes
entre sí) a su dictado y no cuestionarles. EL CIUDADANO SIEMPRE TENDRÁ EL
DERECHO A CUESTIONAR PUESTO QUE ES
BENEFICIARIO O VÍCTIMA DE SUS DICTADOS.
Ni legislo ni ejecuto,
así que no tengo por qué callar.
Dile a un francés (ese
pueblo irritante en otros aspectos) que se calle la boca ante alguno de los
tres poderes y ya le tienes meses en la calle sin dejar vivir a las
autoridades. En muchas cosas ya han superado a Napoleón, y años antes superaron
a su rey y se atrevieron a cortarle la cabeza (se pasaron tres pueblos, no
estoy pidiendo eso).
Veo hoy que el yerno
deportista chulazo no tendrá que ir a la cárcel pero deberá presentarse cada
mes en el juzgado: ¿podrá soportar esa molestia, el agravio comparativo de
hacer cada mes lo que un parado hace cada tres meses al ir a sellar la cartilla
-o papela- del paro?
A sus amigos, campando
por ahí como él, y cómo no, les han retirado el pasaporte. Lástima que vivan en
un país tan variado como este y no vayan ni a aburrirse.
La infanta ha ido a
trabajar a su despacho de la Caixa (¡esconded las gallinas, que viene la
nobleza!) y le da cosica que le sigan preguntando los gacetilleros, ¡pobre!
Mufasa, el padre mítico
forjador de democracias y matador de otras bestias, aparte de sus ya repelentes
anécdotas de bragas, oculta su imagen tras las líneas que se dejan entrever mal
entrevistas en los papeles del 23-F, aquel de las sombras, y empezamos a pensar
(dios me libre de afirmarlo por mí mismo) que ese runrún de chanchullos
financieros que oíamos a lo largo de las décadas demócratas rumoreados por
gentes "enteradas" lo mismo no eran locuras... del todo.
Mientras, el joven Simba
sigue eligiendo qué dictaduras son rentables. Su mujer, la ayudante de Urdaci,
le sonríe las gracias. Y ambos sonríen a los saudís (al gobierno saudí, quiero
decir) y pactan destrucciones en el Yemen con el negocio de nuestros aviones, barcos o lo que decidan.
La elección entre dictaduras majas y dictaduras chungas siempre ha sido una
habilidad de la diplomacia monárquica española. Y también de los partidos de la rosa y el charrán.
¿Por qué seguimos siendo
monárquicos?
Siempre fui de aquellos
que, sintiéndome claramente republicano, no consideraba que fuera una
prioridad. Creo que últimamente están ganándose a pecho que lo sea. Prioridad,
digo, aunque sólo sea por odio a la puta chulería.
Y los medios, que ladren
celebrando a su rey.