Dios sería inofensivo si
fuese sólo un concepto naïf.
Si sirviera, ojalá, y
alguno como yo lo ha utilizado para ello, para poder dormirnos por las noches.
Rezarle y solicitar su protección, diluida y confortante. Para creer que hay
algo puro más allá o más acá, actúe o no, pero amistoso al fin.
Dios, disfrazado de sus
asesinos de mierda sin ningún valor y sin ningún argumento de valor más allá de
la pura vanidad, ha actuado de nuevo. Esta vez ha sido en Francia. Podría haber
sido en Barcelona, en Florencia o en Munich. Donde pienses que pueda, podrá
ser, y tal vez lo acabará por ser en un futuro próximo.
Hay víctimas -y dios,
ese dios asesino me libre de cuestionar a las víctimas-, que piden una oración
por Francia, "pray for france". Lo entiendo, pero no quiero
oraciones.
No quiero más muertes en
el nombre de Dios. Ni uno ni otro. Tampoco más perdones.
No quiero, lo siento, lo
digo por fin, después de tantos años, ningún dios, si para lo que vale es para
esto.
A la mierda, a la mierda
ese dios y los dioses si sirven de pretexto para matar a la criatura más torpe,
tonta, ruin, frívola o cicatera que se haya arrastrado, como todos, por la faz
de la tierra, pero se sirve de esa idea para asesinarla sin ninguna razón que
no sea más que "porque estaba allí, porque vivía donde a mí no me gusta, y
todo vale; porque no lleva mis símbolos, o si los lleva estaba en el lugar
equivocado en el día equivocado, ese día precioso de la ira donde mataré para
mayor gloria de dios, de mi polla -ya que nunca miré en las mujeres más que su
capacidad para ser madres o putas- y de mi estirpe"
No quiero oraciones.
No quiero oír hablar más
de dios ni de dioses, unos u otros.
Se acabó para mí el
argumento de la creencia equivocada: quiero decir, sencillamente, que la
palabra dios para mí acaba de ponerse a la lista de los pretextos más imbéciles
y sangrientos de la historia. Y tampoco pienso aceptar que se acepte al dios
bueno contra el dios malo. A la mierda las oraciones.
Lo siento, papa
Francisco, buena persona casi con toda seguridad, u otras buenas personas distintas
a ti que piensan en espíritus supremos. No más. No más idioteces, no más dioses
ni creencias estúpidas, no más asesinatos en nombre de algo que te vale
solamente de pretexto para matar lo que odias, ¡Ten los cojones de matarnos
diciendo que nos odias por nosotros mismos, con tus propios complejos, por tus
propias creencias si es preciso, pero nunca más porque alguien ahí, más allá de
los gravitones y de las cuerdas, te ha mandado matar: y matar es lo que,
precisamente, estás deseando hacer. ¿Casualidad? ¡Puto asesino! ¡Dejad de
hablar de dios o de los dioses!