sábado, 21 de diciembre de 2013

la cola de los responsables


Gallardón acaba de ganarse un par de hostias. No de las suyas, de las obleas, sino de las de izquierdas, signifique eso lo que signifique y aunque sólo sea por oposición.
No se las llevará, por descontado.
No sé por qué. Por cierto.
Wert lleva meses y  años ganándose hostias hasta en el carné de identidad, o en el permiso de residencia, que con ese nombre que tiene... (no tengo nada contra los inmigrantes, pero como él sí, si lo leyera le cabrearía, y eso me gusta suponerlo).
Montoro, ratón mutante, debería acabar reventando de lo que sea que tenga. Algo asqueroso, de cualquier modo. Y sin asistencia sanitaria.
¿Seguimos con Interior, Vicepresidencia, Economía, Exteriores...?
¿Miramos la Comunidad de Madrid, la de Valencia, la de Castilla, tantas..., los Ayuntamientos, como el podrido de la Botella madrisoletana por ejemplo?

Caemos tontamente en la táctica del enemigo directo.
Rajoy no piensa cambiar, dice, ninguna figura, como en el ajedrez, del gobierno. Ni enroques ni gambitos. Hasta el final de legislatura, claro. Entonces, para las elecciones, los quemados se quedarán en la hoguera y se sacará gente nueva, esos que todavía no sabemos lo cabrones que son. Rajoy seguirá a flote. De eso va. El sopas podrá seguir balbuceando.
Algunos quedarán, como Gallardón, supuesto izquierdoso dentro del partido que sólo engaña a los que tienen tarada la conciencia política, o creen que eso no existe. O la retrechera Esperanza para todo. O los gurús de nada. Gente que satisfaga al ala derecha de su partido (que avergonzaría a los nacionalsocialistas alemanes de los treinta, y estaría bastante contenta en la falange española de las jons: asesinos, en suma, ¿por qué no hablar claro?).

¿Hablamos de la oposición, o es demasiado triste hablar de ella?
Acabo de decidir que es demasiado triste.
Otro día.

El caso es que quedarán como cabrones los que lo son pero fueron puestos en primeras filas. Parecerá que ellos tomaron iniciativas particulares, como si no hiciera falta para tomarlas el respaldo entusiasta de un gobierno. Como si a ese gobierno no le amparase un partido. Como si a ese partido no le amparasen millones de votantes, esos que nunca existieron si sales a la calle y preguntas quién fue el cabrón que les votó.

Algunos tienen la honradez de reconocer que lo hicieron. Hablan de sus negocios en crisis, de su pequeño comercio (ese que la derecha, por cierto, no apoyará jamás, permitiendo que a su lado abran los domingos, durante las horas que hagan falta, los comercios que abarcan y devoran y contra los que es estéril cualquier tipo de competencia, puesto que no se basa sólo en la explotación de la familia sino en la explotación en general) que fue fundado en la falsa creencia de origen norteamericano “tanto curras tanto vales”.

La mayoría, el resto, como en el texto shakespeariano, es silencio.
Nadie les votó. En las encuestas, la derecha es un mojonazo. Pues vale.

Quería hablar de responsabilidades. Los ministros no podrían hacer lo que hacen si el gobierno no lo respaldara (no sólo “permitiera”, que es lo que publicitan). El gobierno no podría actuar sin la connivencia de su partido. El partido se acojonaría si pensara que no le apoyan sus votantes.
Sus votantes.
Ahí estoy, porque es el señor o la señora que te vende el pescado o los botones.

Hay dos Españas. Hay quien dice que ese es el mal del país. Pero no. Yo me alegro de ser de una de ellas, aunque sólo sea por no pertenecer a la otra.
Lo malo es que hay una España que cuando llega al poder acogota, y otra que perdona todo lo imperdonable.
Hay una España en el gobierno enemiga de la otra mitad.
No se ha acabado el conflicto. Y no por ganas de que se acabe, que yo soy el primero que querría, pero es inocente pretender que se acabó.

Quisiera hablar con esa España que es una de dos, desgraciadamente, y recordarle que la Una (Grande y Libre, siempre que la libertad se cifre en que los poderosos hagan lo que quieren) va a intentar acabar con ella, con la que piensa que no hay dos.
Una se empeñó en perdonar y me parece que ya le vale. Otra, la que tenemos, es la eterna venganza contra algo que le obligó a aceptar una supuesta democracia que, aun siendo supuesta, nunca le convenció. Va contra nosotros. No es ninguna locura: si te persiguen de verdad, no es paranoia.

Y mientras, pensaremos que el modelo de los años de entreguerras pasó aunque nos lo impongan, y hablaremos de nombres y no de ideologías, y nos parecerá que hay mala gente, que la hay, y no, sobre todo, un mal gobierno que odia a sus ciudadanos, que sólo les ve como potenciales manifestantes contra los que comprar tanques de agua, tanques normales...
¿Quién sabe si tortura y reclusión en el futuro?

Por eso, no perdono a los votantes. Los que votaron por mayoría a Hitler en Alemania no pueden ser nunca inocentes. Tampoco los nuestros. Y no me habléis de que soy ingenuo en las comparaciones. El huevo de la serpiente ya está puesto en el nido.

jueves, 19 de diciembre de 2013

yo no sé si quiero que españa sea un estado


¿Quiero yo que España sea un estado?
Si me lo sometieran a consulta, no sé ni qué podría decir.
¿Qué es un estado? ¿Tiene que ver con aquello que estudié de sólido, líquido o gaseoso?
¿Son los estados, por serlo, enemigos naturales de otros estados?
¿Pueden los estados hijos ir a visitar a los estados padres por navidades?
¿Vendría Cataluña, con lo grande que es, a vernos dentro de unos años y traernos de recuerdo navideño un caganet?
¿No vendría? ¿Esperaríamos una felicitación que nunca llega? ¿Mandaría un email? ¿En qué idioma?
¿Llegará el día en que España solicite integrarse en Catalunya?

A lo mejor, si España no fuera un estado no tendría que tener un gobierno que da vergüenza,  porque al no ser estado no tendría gobierno.
Eso sería una ventaja.
No me he hecho anarquista. Siempre he desconfiado del anarquismo, le noto un lejano tufo a... pero esa es otra historia.

Si se quiere hablar en serio, creo que España es una federación natural. Nada que ver con UPyD. Lo de los Reyes Católicos nunca llegó a cuajar, y si cuajó fue sólo mientras se era un Imperio. Los imperios tragan con carros y carretas, si no nunca hubieran tragado los neoyorkinos a los californianos. Así que no abogo por esa innatural unidad de España, ni tampoco, en el otro extremo, por los chantajes territoriales que buscan más ampliar fondos y excepciones que el buscar la independencia, aunque muchos de sus paisanos se engañen.
Creo que las regiones, estados, naciones o lo que coño sean, cuando se quieran ir deben irse, y que esa Europa que nos jode a todos les bendiga. Bendito, pues, poder de decisión y derecho a ejercerla.
Yo nunca he querido en casa a alguien que no quisiera vivir en ella. El divorcio no supone la separación a hachazos. Creo firmemente en eso del mutuo acuerdo. Y si no era mutuo, de todos modos, respeto a los que cogían la maleta y daban la espalda al antiguo portal para siempre. Ahí te quedas, y la vida es así. Día a día.
Sin rencores. Espero.

España es un estado, dicen. ¿Más estado que otros?
Hay quien se ofende, aunque sea en privado (que las pullas no vienen en público en el facebook), cuando criticas el anuncio de campofrío, cuando detectas que te suena a manolo escobar disfrazado de moderno.
¿Reinvindicación de nosotros y todo ese tipo de cosas? Siempre. Pero reitero que no somos la siesta, ni las cañas, ni los toros, aunque yo no pretenda ir de abstemio y piense que los ratos de relajo hacen que trabajes después mucho mejor. Viva todo eso, y la alegría y la puta que lo parió.
Pero que nadie se confunda: no es el cocido y la paella lo que me hace pensar que este país es muy particular. Es su enorme creatividad. Su resistencia ante la adversidad. Sus cojones en los momentos en que es tan fácil tirar la toalla. Su calidad que ha estado demasiado adornada de complejos (entre ellos que lo nuestro era la siesta y el pescaíto frito por rico que esté) para darnos cuenta del enorme nivel de nuestros profesionales, ese que nos estamos jugando si permitimos que el gobierno decrete “que inventen otros” y “que creen otros” y “que imagine nadie”.
Y que todo el mundo pueda crear y creer, y crecer, en su estado, sea eso lo que sea, se separe o no de quien no quiere, y ser, con mayúsculas, DIGNO.