sábado, 30 de noviembre de 2013

el pago de ofensas a españa


Piden 30.000 euros por ofender a España.
Ellos ofenden a España no sólo cada día, sino cada minuto que están en su puesto insultando hasta a sus propios (repelentes) votantes porque ni siquiera han hecho un mínimo esfuerzo por cumplir su ya peligroso para la dignidad humana programa electoral.
¿30.000 euros por día, por hora, por minuto, por cada segundo que traicionan a la mayoría de los ciudadanos (no “sus” ciudadanos como ellos nos denominan y se lo creen a pies juntillas) entregándolos a las especulaciones de una minoría muy minoritaria y muy insolidaria que se ceba en la miseria creciente de tantos tantos? 

¿Cuánto?
¿Cuántas veces 30.000?
¿Cuántos miles de las treinta monedas de Judas?

Cuando acceden al poder, y esto no lo hacen sólo ellos, proclaman como orondos papanoeles que no van a gobernar en exclusiva para sus votantes, sino para todos. Y lo dicen como si esto fuera un regalo, como si no consistiera en su más primaria obligación.
Gobernar para todos y cada uno es un deber. Deber, oficio, obligación, término básico del contrato social. Un deber incumplido sistemáticamente por cada partido que ha llegado al poder (por los tres que han llegado..., y la vergüenza es que el que más concesiones hizo a la generalidad de ciudadanos ni siquiera fue un partido de izquierdas, sino el que accedió al poder en primer lugar en democracia y puso en marcha leyes que luego otros se apropiaron como suyas... ¡vergüenza! ¿Queréis ejemplos?, ¡porque los hay!)  

De todos a troika hay un abismo. De todos a Conferencia Episcopal hay una sima gigantesca. De todos a sus amigos hay un insulto, un insulto reiterado, machacón, uno de esos insultos que nunca termina y que duele cada vez que se pronuncia.

Paguen 30.000 cada vez que se pongan los calzoncillos bajo sus monos trajes para ir al trabajo, cuando van, que si es al Congreso consideren que casi siempre está medio vacío.
Paguen 30.000 por cada minuto que sigan en sus puestos (me salto los segundos).
Y páguenlos de su mal ganado salario, no de lo que cada día nos roba Hacienda para que ustedes puedan decidir quién insulta y quién no insulta a España.
¡Ladrones!

jueves, 14 de noviembre de 2013

anda y que os privaticen, gentuza


¿Y si nos paramos a pensar que los maniacos de la privatización son el último escalón de lo público?
Ni su puta prepotencia ni su chapucera gestión existirían si no fuera porque son un ente público, más bochornoso aún que la actual radiotelevisiónespañola. Ellos, que no podrían vivir del cuento y del soborno, y del fascismo, y de un autoritarismo vergonzante, si no fuera porque las instituciones son “lo público”, pretenden seguir con la manía de arrasar el resto de “lo” público.
Acabarán siendo lo único público, nos chuparán la sangre, el bolsillo y la dignidad mientras todo lo demás pasa al mejor postor. Ellos no. Porque nadie les compraría.
Pero ellos, según las normas de la democracia que han pervertido, esa por la que tanta gente se dejó algo más que la vida (sí, queridos, hay cosas más caras, no mentía esa canción que hablaba de que en varias circunstancias “la vida no vale nada”), son lo público. Lo único público que acabará quedando. Esa parcela es intocable. ¿Bajo qué principio, si pensáramos como ellos?
¿Por qué no os privatizais vosotros? ¿Porque no habría un puto loco que quisiera adquiriros?
¿Qué empresa privada, basada nada más que en la eficacia y el beneficio, aunque fuera completamente insensible con el personal a su cargo, tendría al frente de su consejo de administración a una cateta inepta, despiadada, ineficaz e impopular como la señora de Aznar (¿hubiera llegado a algo en la política si no fuera por ser “señora de...”?, ¡qué vergüenza para los que creemos en los valores de las mujeres que valen!) ¿Quién seguiría sosteniendo su añoranza por la Mamá Basura de los Fragel? ¿Quién aguantaría sus paralelismos fruteros de peras y manzanas, sus “el único culpable es el barco”, sus veleidades olímpicas, su jeta, en fin, su trampa de ir “segunda” de un Ruiz Gallardón tan fascista como ella pero un poco más leído (que no más culto: la cultura es cómo asimilas lo que aprendes, no la cantidad de lo aprendido... coño, qué frase tan estupenda me ha quedado, pero qué aplicable al cachorro del fascismo franquista), sin disculpar la ceguera de quienes votaron una lista donde su maldito, maldito por siempre nombre, yo que creo en la maldición de la palabra, era evidente y legible para quien votó a ese partido cuya base es venir de ganar una guerra civil en los años de maricastaña, ese dato que se empeñan en que olvidemos apelando a una falsa intención de eso que llaman (jodidos lugares comunes pobres, muy pobres) “pasar página” pero sin pagar ni un pelito de lo que hicieron (¡y hay que joderse con lo que hicieron, madre mía!).
Si sois honrados, que no lo sois ni por el forro, panda de gentuzas, ni siquiera con lo que se podría llamar vuestros principios, privatizad los ayuntamientos, privatizad las comunidades, privatizad el Estado.
Y cuando os dejen fuera del negocio, privatizaos vosotros. Empezad por intentar privatizar (sinónimo de vender al mejor postor, o sea, subastar según posteriores beneficios) esa inteligencia que no poseéis, y luego privatizad vuestro culo, vuestro coño o vuestras muelas, a ver si alguien quiere hacer algo con ellos (yo, que no simpatizaba con el marqués de Sade, estoy empezando a comprenderlo).