Piden 30.000 euros por
ofender a España.
Ellos ofenden a España
no sólo cada día, sino cada minuto que están en su puesto insultando hasta a
sus propios (repelentes) votantes porque ni siquiera han hecho un mínimo
esfuerzo por cumplir su ya peligroso para la dignidad humana programa
electoral.
¿30.000 euros por día,
por hora, por minuto, por cada segundo que traicionan a la mayoría de los
ciudadanos (no “sus” ciudadanos como ellos nos denominan y se lo creen a pies
juntillas) entregándolos a las especulaciones de una minoría muy minoritaria y
muy insolidaria que se ceba en la miseria creciente de tantos tantos?
¿Cuánto?
¿Cuántas veces 30.000?
¿Cuántos miles de las
treinta monedas de Judas?
Cuando acceden al poder,
y esto no lo hacen sólo ellos, proclaman como orondos papanoeles que no van a
gobernar en exclusiva para sus votantes, sino para todos. Y lo dicen como si
esto fuera un regalo, como si no consistiera en su más primaria obligación.
Gobernar para todos y
cada uno es un deber. Deber, oficio, obligación, término básico del contrato
social. Un deber incumplido sistemáticamente por cada partido que ha llegado al
poder (por los tres que han llegado..., y la vergüenza es que el que más
concesiones hizo a la generalidad de ciudadanos ni siquiera fue un partido de
izquierdas, sino el que accedió al poder en primer lugar en democracia y puso
en marcha leyes que luego otros se apropiaron como suyas... ¡vergüenza!
¿Queréis ejemplos?, ¡porque los hay!)
De todos a troika hay un
abismo. De todos a Conferencia Episcopal hay una sima gigantesca. De todos a
sus amigos hay un insulto, un insulto reiterado, machacón, uno de esos insultos
que nunca termina y que duele cada vez que se pronuncia.
Paguen 30.000 cada vez
que se pongan los calzoncillos bajo sus monos trajes para ir al trabajo, cuando
van, que si es al Congreso consideren que casi siempre está medio vacío.
Paguen 30.000 por cada
minuto que sigan en sus puestos (me salto los segundos).
Y páguenlos de su mal
ganado salario, no de lo que cada día nos roba Hacienda para que ustedes puedan
decidir quién insulta y quién no insulta a España.
¡Ladrones!