viernes, 25 de enero de 2013

lírica para los malos tiempos


Fue hace pocas horas. Una rueda de prensa. Cuando los compañeros lo son se estimula el entendimiento y se concretan las palabras con que expresar algo.
He dicho un par de cosas. Una de ellas es que hay que saber que cuando en estos momentos nos intentan reducir por medio del dolor, hay creaciones que nos enseñan que el dolor puede ser una fuente de sabiduría y de superación. No todo se aprende, como estamos malacostumbrados a notar, por medio del placer, ni siquiera el beneficio de aprender.
Otra cosa ha sido que en estos momentos en que, una vez más o más que nunca, sentimos que vivimos malos tiempos para la lírica, para la dramaturgia, para la cultura en el más general de los modos, la única lucha es desarrollar una lírica (en el más amplio sentido) para los malos tiempos.
Y esa lírica no debe estar basada sólo en la rebelión, que también y sobre todo, sino también en el combate del compromiso, del esforzarnos en mejorar lo mejor,
Quieren hacernos peores, más débiles, más mezquinos. Nuestra fuerza es ser más fuertes, más constantes, más honrados, más comprometidos no sólo con lo que contamos sino también con nuestro trabajo en sí. Mostrar desde el supuesto constante e irrenunciable de que somos imprescindibles, que no somos un lujo, no somos los collares de perlas de sus perros, ni sus risas olvidables, sino lo que sustenta que un ser humano no deje jamás de serlo.
Eso que no les gusta a algunos de esa gran palabra que nunca me parecerá prepotente ni cursi: CULTURA.
Mal que les pese, que se les atragante, que acabe de ser, ojalá, la espina de pescado en la garganta que no sepan escupir ni siquiera con la miga de pan del desprecio.
Y seguir, mientras tanto, a lo nuestro. Lo auténticamente nuestro y nunca suyo.