Casi ni se ha acabado
agosto y ya estamos metidos en la mierda.
Me parece que esta vez
no pasamos ni la primera evaluación. El cate del paro al final de los booms de
camareros se veía venir. Esto de la subida del empleo no deja de ser un globo
que se desinfla en cuanto se ve de qué van los contratos y hasta cuándo te
duran. Eso para no hablar de lo que cobras.
La corrupción es una
maría que todo el mundo, en particular el partido en el gobierno, parece
aprobar bajo cuerda cuando se sabe que en realidad debiera suspender, como pasa
en el examen de septiembre con gimnasia y similares. Todo con tal de seguir
adelante y pasar al nuevo curso…
Volvemos y nos
encontramos en octubre, y además en el primero de sus días, con un escalón de
esos que te cambian el sistema educativo. Cada cual se esfuerza en levantar la
mano para contar que se sabe la respuesta, que tiene solución al problema
planteado, pero cuando se oye hablar a cada niño se queda todo en nada. Los que
mandan no ven más salida que el palmetazo y la cara a la pared. Los rebeldes
del nordeste, esos que equivaldrían a la feroz “liga de los sin bata” que
inventara Romeu, no sólo dicen que se van, que sería una opción, sino que en el
fondo no estuvieron nunca aquí, que era nada más que un error de los brutos que
dibujaban los mapas: qué cosas. La oposición que se opone pero sólo regular se
hace un lío con las l íneas que delimitan los
mapas y donde empiezan y acaban las naciones y qué son. Los modernos naranjas
sin zumo dicen que la eficacia no es así y se les transparenta un nacionalismo
muy distinto por detrás, casi de los upyd o sin el casi, que para algo nacieron
en el país pendenciero que pretenden acallar como los anteriores en euskadi. Y
los otros, los que ven todo bien pero muy mal dicen que toda opción es buena
aunque sea muy mala, ¡vaya lío!
Ni siquiera la dura
asignatura de la sangre reciente ha sabido enseñar a quien no aprende nunca; o,
por mejor decirlo, ha habido quien se ha negado a su dura enseñanza, quien ha
intentado aprovechar las manchas amarillentas de la muerte para teñir sus
titulares y al final se ha cubierto de esa mierda, ese pis, que es del mismo
color.
Mientras tanto debemos
resignarnos a vivir en ese país ideal, ese brigadoon, el paraíso que describen
las teles del gobierno (más ahora en que lloramos la pérdida del oasis de la 2),
en donde no sólo todo lo que se hace es tremendamente acertado y los problemas
principales se resumen en que puede hacer calor o que mañana llueva, sino que
por encima de todo se sabe que los héroes son siempre futbolistas aunque nos
roben el dinero y se queden tan panchos y lo que se sabe siempre siempre pero
siempre es quiénes son los malos, esos que como en las tiras semanales no
conseguirán nunca ganar: comunistas bananeros, separatistas, enanos infiltrados
(otra vez), antisistemas resentidos populistas, traidores encubiertos y
deportistas extranjeros. Una cosa tremenda.
Ya ni las novedades con
cachivaches de los kioskos nos sirven de consuelo.