Como me voy acercando a
la vejez puedo hablaros, gente menos mayor, de esos años oscuros en primera
persona. Como no me he depurado en puertas giratorias como por ejemplo, triste
ejemplo, el señor González (antiguamente "Felipe") u otros muchos,
como no me ha roído la mezquindad de sentirme superado por personas capaces que
llegan de relevo ni me siento abrumado por las cuentas corrientes, no he
cambiado sustancialmente de ideas. Alguna he modificado, no lo niego, pero
quiero creer que, ni para lo bueno ni para lo malo, ninguna que sea fundamental
a mi carácter.
También podría alegar
que a lo mejor, siendo muy optimista, no soy mala persona... Pero bien, no
pequemos de optimismo.
Desde mi edad cercana a
ser provecta, aunque exagero un poco, me viene a la memoria un episodio famoso
de la política y la farándula allá por las tinieblas de los años oscuros,
cuando el orco había muerto pero sus hordas herederas aún rasgaban con sus
sucias uñas los contornos de esta Comarca nuestra de pies grandes, extremidades
peludas y conformismo fácil.
En esa época pues, como
os decía, fueron juzgados en consejo de guerra y encarcelados posteriormente
unos cómicos, o unos actores como prefiero decir. Alguno de ellos, el más
sibilino tal vez, el más famoso sin duda, el más escurridizo siempre, logró
fugarse y escapó a Francia mientras sus compañeros se pudrían en prisión y él
se dedicaba a hacer ruedas de prensa... Pero no caigamos en la trampa.
¿Lo veis? Ya estaba
cayendo en ella. Esa obra era La Torna,
y ese grupo de teatro era Els Joglars, que ya habían mosqueado al régimen, vivo
aún Franco, con la historia del bandido Alias
Serrallonga. Ya estaba a punto de ponerles puntos sin reparar en que eso es
lo que el poder busca.
Del mismo modo podría
poner puntos o no a los titiriteros carnavalescos que han sido encarcelados. No
lo voy a hacer. A alguna que otra discusión con gente que quiero y con quienes
comparto ideas me ha llevado ese tema. Tienen puntos para ponerles, no lo
niego, y quien no quiera verlo que no lo vea. El haber sido víctima de una
injusticia no te convierte necesariamente en héroe.
Pero quiero hablar de lo
que quería hablar: ¿vuelven los tiempos oscuros? Las líneas o las sombras en
los procesos de Joglars o de estos de ahora no pueden nunca justificar que
tomen forma las amenazas de la Sombra. No puede consentirse que se retroceda
hasta hace cuarenta años nada menos y que los clarines de la represión resuenen
con la misma fuerza de nuevo. Es más peligroso de lo que creemos.
No es una anécdota, es
un síntoma.
No hay que quitarle la
importancia que tiene, porque los precedentes pueden abrir puertas a
represiones mucho más concienzudas, mucho menos racionales, esas que supusimos
superadas.
Y cuando se abre paso la
justificación de lo injustificable, se abren las puertas de la cárcel para
cualquier persona non grata y la autocensura que conlleva el miedo, mientras al
mismo tiempo se permite que puedan soltar por esa boca sucia que tiene la
derecha las barbaridades que justifiquen, como en tiempos oscuros, cualquier
ansia de venganza y represión. Y, de paso, sus propios slóganes, mucho más
peligrosos,.